El mundo se echó a reír. Sucedió en el 2004 y puso en evidencia lo que, al menos en Europa, todos sabían: España era algo así como una farmacia de guardia permanente en la venta de todo tipo de productos prohibidos, desde anabolizantes hasta hormonas, muchas de las cuales, como la del crecimiento o la eritropoyetina, la famosa EPO, se vendían libremente y sin receta.

Y el mundo se echó a reír todavía más porque Johann Mühlegg, nacionalizado español a toda prisa pese a saberse que sus compatriotas alemanes no lo querían en la selección de esquí de fondo porque andaban con la mosca detrás de la oreja, protagonizó en Salt Lake City uno de los mayores escándalos de dopaje jamás vivido en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Se dopó con una variante de la EPO y unos años más tarde tuvo que devolver las tres medallas de oro conquistadas en un deporte, el esquí de fondo, que tanto había entusiasmado al expresidente del Gobierno José María Aznar, gracias, sobre todo, a las gestas de a quien llamaron Juanito, hoy desaparecido en combate.

Sin embargo, ahora la mentalidad ha cambiado. Vean, si no, lo que sucedió hace unos meses. En la joven y naciente Agencia Estatal Antidopaje (AEA) se recibió una llamada. Era un general del Ejército de Tierra que pedía consejo. Por primera vez, y a modo experimental, se habían realizado controles antidopaje en una competición militar, y un oficial había dado positivo. "¿Qué había que hacer?, preguntó el general. Se comprendió que existía un vacío y ahora ya estamos a punto de firmar un convenio con el Ministerio de Defensa para que los controles sean algo habitual en los numerosos campeonatos militares que se realizan", explica Javier Martín del Burgo, director de la AEA.

En el 2004, la palabra dopaje ya causaba estupor en media Europa. Seis años antes casi se suspende el Tour de Francia tras descubrirse que el equipo Festina iba hasta los dientes y el Comité Olímpico Internacional (COI), alertado por la plaga del dopaje en el deporte profesional, ya había creado la Agencia Mundial Antidopaje (AMA, o WADA en su denominación anglosajona). España seguía siendo la farmacia del continente. Con la excusa del sol español, decenas y decenas de deportistas se entrenaban alegando las facilidades que proporciona el buen tiempo. Ni controles por sorpresa, ni nada de nada. Y, además, toneladas de anabolizantes circulaban libremente por decenas y decenas de gimnasios.

25 y 26 de enero. Año 2010. Madrid. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Segundas jornadas de trabajo sobre salud y lucha contra el dopaje. Varias decenas de federativos, médicos y químicos del laboratorio antidopaje de la AEA escuchan con atención las intervenciones de los conferenciantes. Pero, ¿todos los asistentes son médicos, federativos o laboratoristas? No. Camuflados en la platea de uno de los salones de actos de la facultad atienden los debates varios policías y guardias civiles, que anotan todo lo que se dice y lo que se cuenta. El Ministerio del Interior ha tomado medidas y al igual que hay agentes que luchan contra los delitos fiscales, por ejemplo, hasta 12 especialistas, entre la Policía Nacional y la Guardia Civil, se dedican en exclusiva a perseguir el tráfico de sustancias dopantes, entre deportistas profesionales y aficionados, entre médicos e intermediarios que aprovechan el libre mercado de internet para vender todo tipo de sustancias ilegales entre sus clientes.

La última operación

En medio de las jornadas llega la última noticia. Se ha desmantelado una red internacional de distribución ilegal de anabolizantes en gimnasios. En la operación han colaborado también los Mossos d´Esquadra y se ha saldado con la detención de 11 personas repartidas en Cádiz, Málaga y Barcelona.

Se han decomisado 15.000 dosis de esteroides y anabolizantes, muchas de las cuales llevaban embalaje y prospectos en ruso y árabe. La policía descubre también que algunas de las sustancias intervenidas son medicamentos falsificados.

"El dopaje, por desgracia, sigue siendo un negocio redondo para los intermediarios. Tenemos constancia de que una dosis de hormona del crecimiento que se compra en China por algo más de tres euros luego se vende en Europa por unos 400", indica Martín del Burgo. Desde que el dopaje se considera delito en España se han realizado un total de 27 operaciones y han sido detenidas 392 personas, algunas de las cuales cumplen condena en la actualidad.

La visita al laboratorio antidopaje del CSD sirve para verificar otro hecho. Sobre una de las mesas del centro se recogen varios sobres precintados por la Guardia Civil que los químicos deben analizar para comprobar qué tipo de sustancias contienen: son pastillas, inyectables...

Los responsables del laboratorio tienen que guardar secreto sobre su procedencia pero la fecha permite descifrar que son muestras intervenidas en la operación Grial, llevada a cabo en Valencia a finales de noviembre del 2009, con 12 detenidos, con el médico Walter Viru (un discípulo avanzado de Eufemiano Fuentes) como cabecilla de la trama y con Paquillo Fernández, el campeón de marcha atlética, como principal involucrado. Su caso, que levantó un considerable revuelo, todavía está pendiente de resolver por parte de la federación de atletismo, y la intención es que el subcampeón olímpico de Atenas-2004 colabore en la investigación.

"Ya es habitual que la Guardia Civil nos vaya enviando muestras para analizar de operaciones antidopaje. Muchas veces son simplemente medicamentos de uso común, que no contienen sustancias dopantes. Son producto de alguna redada, fármacos que han hallado en el domicilio de algún deportista investigado", explica Jesús Muñoz, actual subdirector del laboratorio de Madrid.

Doctores en química, licenciados en esta especialidad, farmacéuticos... hasta una treintena de personas trabajan en el laboratorio de la capital de España, considerado junto al de París y al de Barcelona como uno de los más preparados en el descubrimiento de la EPO y sus variantes: aranesp o darbeopetina --lo que tomó Mühlegg--, y la CERA, la eritropoyetina que los ciclistas Riccò, Schumacher y Kohl creyeron que era indetectable en el Tour del 2008.

Un total de 7.777 controles se realizaron en Madrid en el 2008, casi la mitad de los que se hicieron el mismo año en Pekín, que acogió los Juegos. En el mismo