Suráfrica acogerá desde el domingo hasta el 28 de junio la octava edición de la Copa Confederaciones, que servirá de ensayo y examen cara a la prueba decisiva del Mundial del 2010. Es evidente que este torneo no tiene el glamur de una Eurocopa o un campeonato del mundo, pero una cita con Italia, Brasil y España siempre despierta interés. La FIFA anunció ayer que ya se han vendido el 70% de las entradas (unas 440.000). Según el organismo, casi mil millones de personas de 140 países seguirán los partidos del torneo por televisión.

La selección española aterrizó ayer en Suráfrica procedente de Bakú, donde jugó el único amistoso previo a la cita. Ganó 0-6 a Azerbaiyán y se presentó en Johannesburgo como la favorita. El título de campeona de Europa y el excelente juego desplegado en Suiza y Austria convierten al equipo de Vicente del Bosque en el primer candidato al título, pese a las ausencias de hombres como Iniesta y Senna. "Por primera vez venimos a un torneo como los primeros favoritos. Queremos hacer algo grande y eso solo pasa por ganar la Copa", aseguró Casillas.

España figura en el grupo A, el más flojo, junto a Irak, campeona de Asia en horas bajas, Suráfrica y Nueva Zelanda. El debut será el próximo domingo ante el conjunto oceánico, el más flojo de todo el torneo, que ha aprovechado el traslado de Australia a la confederación asiática para comandar su continente. Irak, eliminada ya de la fase de clasificación para el Mundial, tampoco debe poner en aprietos a España. La selección dirigida por el veterano Milutinovic competirá con Suráfrica por el segundo puesto.

Más entretenidas serán las semifinales, en las que España debería cruzarse con Italia o Brasil, que comparten el grupo B con Estados Unidos y Egipto, campeones de la Concacaf y de Africa, que también pueden dar algún susto. "Es un torneo especial. Nos pondremos a prueba en el mismo país del Mundial", dijo Dunga.