La lógica de la progresión apunta que España debería conquistar la medalla de oro. Cuarta en el Europeo del 2012, tercera en el 2014 y segunda en el 2016, el objetivo no es otro que el título. La Roja del balonmano tiene medallas de todos los colores, menos el amarillo, que se ha escapado cuatro veces en la historia del campeonato con cuatro finales perdidas. La renovada selección de Jordi Ribera inicia este sábado el camino que acaba el último día de enero en Zagreb.

Ese camino se abre contra la República Checa (18.15 h., Teledeporte), y continuará ante Hungría (lunes) y Dinamarca (miércoles). Los tres clasificados del grupo D se cruzan con los del C (Alemania, Montenegro, Macedonia y Eslovenia) en una liguilla de la que los dos primeros pelearán por las medallas con los otros dos grupos. Croacia, el anfitrión, Francia, por tradición, Alemania, el vigente campeón, España y Dinamarca, el oro olímpico, forman el ramillete de favoritos.

«Si no nos desviamos de la vía de la humildad y la ambición podemos hacer algo grande», expuso Raúl Entrerríos, el capitán de los Hispanos. Es el más veterano del grupo (36 años), en el que ocho de los 17 integrantes superan la treintena.

Ribera ha inyectado una dosis de renovación con la coartada de la no clasificación para los Juegos Olímpicos de Río y el quinto puesto en el Mundial del año pasado. La víctima más ilustre ha sido Víctor Tomás. «Mentiría si dijera que no estoy jodido», reconoció el capitán del Barça cuando conoció su descarte. «Me gusta competir con los mejores y creo que tengo el nivel para hacerlo», añadió el extremo. «No tiene las puertas cerradas de la selección», contestó el seleccionador sobre su posible regreso al equipo.

«Nuestra ilusión es estar en las medallas», aseguró Ribera antes de partir, para situar el primer listón de exigencia.