Qué exhibición! Es difícil imaginarse un partido mejor que el que ofreció ayer España. Pero es posible porque esta selección parece lejos de tocar techo. Aún no ha mostrado hasta dónde puede llegar en el Mundial. Pero seguro que llegará muy lejos porque ayer pasó como una apisonadora por encima de Lituania en cuartos (89-67) y parece difícil que alguien la pueda parar, aunque su rival en semifinales sea Argentina, campeona olímpica. A estas alturas, España asusta a la albiceleste y a Alemania, EEUU, Grecia y Francia, que se juegan hoy su presencia en la segunda semifinal.

De momento, ya es uno los cuatro mejores del mundo, objetivo de técnicos y jugadores antes de salir de Madrid. Pero no se conforman. Son ambiciosos y quieren más. Quieren el podio. Las medallas. Y están demostrando con su juego que lo merecen. De momento, han hecho historia. Igualar, como mínimo, la mejor clasificación de la historia: el cuarto puesto de Cali. Eso fue en 1982. Hace 24 años. Demasiado. Tanto, que a la mayoría de los jugadores del equipo les suena a la prehistoria. "Casi ni me acuerdo de eso, hace demasiado", admitió el pívot Felipe Reyes, que dio la segunda alegría, incorporándose a la rotación del equipo, ya recuperado de las cervicales.

"Nos hemos quitado un peso de encima con esta victoria y eso nos permitirá jugar a partir de ahora con mucha más tranquilidad", explicó el seleccionador español Pepu Hernández. "A esta selección aún le queda recorrido, pero sabíamos que con esta victoria hacíamos historia", dijo. De momento ya ha generado la admiración de internacionales españoles que no logran pasar nunca de cuartos de final. "Da envidia. Ojalá en el fútbol llegásemos tan lejos", admitió Iker Casillas.

España lo bordó ante Lituania. Hizo uno de esos partidos que con el paso del tiempo saldrá como referente porque es difícil, en baloncesto, tumbar a un rival en cuanto pisa la cancha, como hizo ayer el equipo de Pepu Hernández. En el primer cuarto, el equipo lituano ya estaba con la rodilla en tierra (28-11) y mediado el tercer cuarto ya sacó la bandera blanca, asumiendo la aplastante superioridad de su rival (61-34), por momentos sonrojante para un equipo que en el 2003 fue campeón de Europa. El encuentro dejó imágenes para guardar en la memoria como un caño de Calderón a Lavrinovic en un contrataque, pasándole el balón debajo de las piernas, coreado por la grada. O un par de alley-oops, con Rudy volando por los aires de espalda a la canasta. Todo un festival.