ESPAÑA: (21+23+25+29) Calderón (14), Navarro (9), Jiménez (9), Gasol (26), Garbajosa (15) -cinco inicial-, Reyes (10), Dueñas (3), Comas (4), De la Fuente (2), Iturbe (6) y Fernández (2).

ARGENTINA: (31+17+24+18) Sánchez (8), Ginobili (14), Nocioni (11), Oberto (10), Wolkowyski (5) -cinco inicial-, Scola (17), Montecchia (9), Sconochini (9), Herrmann (-), Fernández (3), Delfino (4) y Gutiérrez (-).

ARBITROS: Sánchez Martín (ESP) y Settembrini (ARG). Excluyeron por personales a Ginobili (m.36), Nocioni (m.38), Montecchia (m.39) y Oberto (m.40). Técnica al seleccionador argentino, Rubén Magnano, por protestar (m.16).

Los Juegos ya están aquí, o por lo menos en las mentes de las selecciones de España y Argentina, dos candidatas a los metales de Atenas 2004 que dejaron todo listo para luchar por la gloria olímpica en un duelo trepidante y de gran valor para culminar su puesta a punto.

España ha entrado de lleno en la vorágine olímpica. Argentina, también. Los subcampeones de Europa y los subcampeones del mundo libraron un duelo de carácter amistoso, pero de contenido oficial, con todos los condicionantes y la intensidad propios de la competición real.

El equipo albiceleste alertó del final de su rodaje con un siete de siete en triples durante el primer cuarto. En ocho minutos había puesto once puntos de distancia (12-23). España, a través de defensas alternativas, anotó un parcial de 14-3 entre los minutos diez y diecisiete que dieron la vuelta (35-34).

El cuadro suramericano consiguió rehacerse antes del descanso (44-48) y, además, volver a tomar el control en la reanudación. Esa fase supuso la mayor ventaja de la tarde (50-63). Otra prueba de consistencia para España que el equipo de Pesquera supo manejar para que todo se decidiese en el último cuarto.

Por si aún faltaba algo para que el ensayo fuera perfecto, Jorge Garbajosa empató con un triple en la apertura del cuarto tramo. Desde uno y otro bando trabajaban al cien por cien, en clave olímpica y, en ese escenario, Juan Carlos Navarro regresó cuando más caliente estaba la partida y la desequilibró con sus ya clásicas bombas .