Laselección Española llega a la cita más importante del baloncesto europeo anivel de selecciones como la clara candidata. Bien es cierto que un exceso derelajación podría ser fulminante, pero los datos están ahí, y estos no noshacen más que reafirma esta idea.

Ydecimos esto por muchos motivos. España se ha mostrado durante la“pretemporada” como el equipo más en forma, siendo el único capaz de convertirtodos los partidos en triunfo (ocho de ocho). Pero es que la racha no se quedaahí, sino que la selección tiene en su haber 26 victorias consecutivas o, loque es lo mismo, lleva un año, un mes y cinco días ganando, desde lapreparación del Mundial de Japón.

¿Más?.En sus filas juega el, después de Dirk Nowitzy, claro, mejor jugador europeo,Pau Gasol, quien, lejos de convertirse en la típica estrella egocéntrica quetanto abunda en las selecciones europeas, se disfraza de jugador terrenal paraayudar en todo al equipo, siempre aportando ese grado de calidad que casi nadiepuede alcanzar. Además, se trata del combinado nacional que mayor número dejugadores NBA presenta, con Calderón y Garbajosa (Raptors), Navarro y Gasol(Grizzlies) y Sergio Rodríguez (Portland). Y eso que Rudy y Marc no se hanquerido ir…

Tambiénhay que destacar, como no, la labor del entrenador. Pepu Hernández haconfeccionado lo que de verdad puede llamarse un equipo, un conjunto en el queno hay ninguna “estrellita”, sino que todo son estrellas; donde todos seconjuran para atacar y defender al unísono y, sobretodo, donde más quejugadores profesionales, quienes juegan son “amigos”. Y es que el espíritu queinvade a esta España es el de un compañerismo, una solidaridad entre todos y,sobretodo, lo que ellos mismos denominan “un buen rollo”, que ya quisieran parasí los turcos, serbios o franceses.

Si atodo esto añadimos que juega en casa casa (primero en Sevilla, y después enMadrid), con todo lo que ello implica, y que además es la actual campeona delmundo (ahí es nada), parece que el objetivo es claro: el oro. Pero España nodebe relajarse, debe salir siempre a demostrar que es el mejor, que lo es, yque, juegue contra Portugal o juegue contra Grecia, lo da todo. Y es que,posiblemente, el mayor rival de España sea la propia España.

A cambiar la historia

AEspaña le persigue una especie de “bestia negra” en las finales europeas, y esque en todas las ocasiones en que la ha alcanzado, siempre se ha llevado unaderrota. En total, 5 finales, 5 platas.

Laprimera en la frente fue ya en la primera edición, disputada en Suiza en 1935,y en la que perdió frente a Letonia. Mucho tiempo pasó hasta que la selecciónse colase en otra final; fue en Barcelona, en 1973, y aunque España se presentócon jugadores de la talla de Corbalán o Brabender, sucumbió ante la antiguaYugoslavia. En 1983, con Fernando Martín como gran estrella perfectamentesecundado por Epi, se perdió ante Italia en Francia, un año antes de uno de loshitos más importantes de la historia de España: la plata en los Juegos Olímpicosde Los Ángeles 84.

En laúltima década, España ha perdido dos finales más; en 1999, en París, volvió aser Italia, con Carlton Myers y Gregor Fucka, quien se antepuso a un equipo capitaneadopor Alberto Herreros, y donde estaban jugadores como Nacho Rodríguez, AlfonsoReyes, Roberto Dueñas o Carlos Jiménez. Españo anotó sólo dos puntos en losprimeros 11 minutos, y acabó perdiendo por 64 a 56.

Laúltima “catástrofe” vino en el año 2003; España llegaba a la final de Sueciacon grandes aspiraciones, con un equipo en el que ya había gran parte de losjugadores actuales, como Gasol, Navarro, Calderón o Jiménez, pero no pudo enningún momento con la Lituania de Jasikevicius, Macijauskas y los hermanosZukauskas, que se impusieron por 93-84, pese a los 38 puntos de Gasol.