ESPAÑA (24+17+18+23): Calderón (18), Fernández (2), Jiménez (5), Reyes (2), Pau Gasol (23) -cinco inicial-, Garbajosa (6), Navarro (23), Marc Gasol (-), Mumbrú (-) y Cabezas (3).

GRECIA (18+21+21+17): Diamantidis (6), Chatzivretas (3), Kakiuzis (8), Dikudis (8), Papadopulos (2) -cinco inicial-, Tsartsaris (7), Spanulis (24), Vasilopulos (10), Zisis (6) y Papalukas (3).

ARBITROS: Drabkovsky (UKR), Belosevic (SRB) y Ziemblicki (POL). Excluyeron por personales a Tsartsaris (m.40). Señalaron técnica al español Rudy Fernández (m.35) por hacer un comentario.

Con dramatismo, de forma agónica pero con una exhibición de carácter y metiéndole ganas allá donde ya no llegaba la pizarra. Así alcanzó España la final del Europeo, la sexta en toda su historia, dejando en el camino a una orgullosa Grecia. Hoy, le espera Rusia (21,30 La Sexta).

No fue nada fácil el desafío. Nada. Pero España ya está donde quería. Ayer tuvieron que hacer un ejercicio de supervivencia. Sacaron adelante un encuentro cargado de tensión, de bronca y excesivos nervios. Justo el escenario en el peor se desenvuelve el equipo de Pepu Hernández. Precisamente el más propicio para Grecia. Conscientes de sus escasas opciones en un duelo abierto, los jugadores de Giannakis convirtieron el partido en una discusión de taberna: mucho juego subterráneo y demasiado cruce de palabras.

Están en su derecho. Lo sorprendente es que los árbitros lo permitieran e incluso tomaran algunas decisiones que beneficiaron a Grecia, como una técnica a Rudy, en el último cuarto, por quejarse de un empujón clarísimo e instantes después señalarle una falta en ataque a Garbajosa. Es decir, con un par de decisiones un partido dominado por España por 65-60 paso a tener color griego por 65-67 con solo cinco minutos por jugar. Lo que son las cosas.

SIN REVOLUCIONES No benefició en nada a España esa situación. Algunos jugadores entraron en la provocación y perdieron los nervios, lo que logró sacarlos del partido. Como Rudy. Otros lo hicieron de forma momentánea como Pau Gasol, Garbajosa, Calderón o Navarro. Pero acabaron dándole la vuelta a la situación y convirtiéndose en héroes del partido.

El buen porcentaje en los triples (7 de 14 antes del descanso) y el dominio inicial de Pau Gasol dentro de la zona sedaron el instinto asesino de la selección. Hasta las semifinales, España apretaba el acelerador cuando veía los primeros signos de debilidad en su rival. Ayer actuó con un exceso de conservadurismo cuando en los momentos de más inspiración el marcador se abrió con facilidad (37-26, m. 15). Y lo que es evidente es que frente a un rival como Grecia no se pueden hacer concesiones. Si el pie está en el cuello, hay que apretar. La selección de Giannakis reaccionó (39-39) y volvió a apretar el marcador. En eso influyó Spanoulis, ahora jugador del Panathinaikos tras un año perdido en Houston Rockets. Allí no ha jugado. Ayer demostró que es una estrella. Acabó con 24 puntos y una inmensa demostración. Todo condujo a un decorado pesimista (65-67, m. 35).

Pero eso es lo bueno de España. Nunca se entrega. Da la cara. La carga la comandó Calderón con un triple que cambió la dinámica (68-67), siguió Navarro con una entrada de NBA y la remató el propio Calderón con dos robos consecutivos en los que colaboró Jiménez que abrieron un margen rotundo (76-70 a 48 segundos del final), que provocó el éxtasis después de una noche próxima al drama. Y ahora queda el último peldaño, ante la Rusia de Kirilenko. Será, sin duda, una noche apasionante, en la que los chicos de oro asumen otro reto.