Pau Gasol sonríe, irradia satisfacción. Ha entrado en una nueva etapa llena de posibilidades. Y al hablar con él antes y después del partido en Nueva Jersey, uno encuentra al mismo Pau de hace unos meses. También, a un Pau diferente. "En estos últimos dos años no he estado acostumbrado a experimentar la sensación de ganar --decía a un grupo de periodistas en el vestuario--. Solo he podido hacerlo con la selección. Ahora espero que todo esto me ayude a recobrar la pasión: por el deporte, por el baloncesto y por ganar".

Ha empezado ya a retomar esa pasión. El martes se definía como un "privilegiado" y se confesaba "emocionado" y "agradecido". Prometía "esfuerzo al máximo e intentar dar lo mejor" cada día. Y no escondía su orgullo: "Conmigo en el equipo ganamos bastante", decía antes de demostrarlo en la cancha.

"El juego, sin duda, es más fácil cuando hay jugadores ahí fuera que saben lo que hacen, son veteranos y de la calidad de mis compañeros", analizaba Gasol. "Las cosas fluyen muy bien. Da gusto cuando ganas y se juega así de bien". Además, no teme en absoluto que pueda a llegar a vivir una lucha de egos en un equipo plagado de estrellas. "El secreto para que no la haya --explicaba-- es tener las cosas muy claras y saber que el objetivo final es ganar. Las individualidades no cuentan".