Cada partido pasa por el trago amargo de sufrir un severo marcaje por parte del rival de turno, pero se lo ha ganado a pulso después de la excelente temporada que está cuajando y que está llevando a su equipo a luchar por meterse en la liguilla de ascenso a Segunda División. Además, en la presente campaña se está reivindicando como goleador, ya que con el del viernes en Sevilla lleva doce tantos.

¿Se meterá el Cacereño finalmente en la liguilla? --Estoy totalmente seguro. Si sacamos los cuatro partidos de casa, acumularemos 66 puntos, que yo creo que darán para jugar la liguilla de ascenso y además tenemos algún partido asequible fuera.

¿No cree que el Cacereño no da la misma sensación fuera que en casa? --Eso nos ha pasado en los últimos partidos que hemos jugado fuera, porque antes dábamos otra imagen y salíamos a morder desde el principio. No sé qué nos pasa. Salimos al campo un poco empanados y nos cuesta meternos en el juego y esa mentalidad tenemos que cambiarla. El viernes nos volvió a ocurrir, pero en la segunda mitad reaccionamos y nos metimos en el partido.

¿Se acostumbra a los marcajes que le están realizando últimamente? --Me tienen frito, la verdad. Todos los entrenadores rivales me están poniendo a algún jugador encima todo el partido y el que me marca va conmigo hasta a beber. Te acabas acostumbrando, pero yo necesito tocar el balón y participar en el juego para ayudar al equipo.