Tiene 51 años y es, desde el miércoles, el presidente del futuro Cáceres CB, ahora en gestación mientras desaparece la sociedad anónima que ha gestionado al club extremeño en sus últimos años en ACB. Funcionario de la Consejería de Obras Públicas y Turismo como responsable de negociado y de empresas y actividades turísticas, se ha embarcado en una aventura que él considera arriesgada, pero apasionante. Dice que "no vende humo", pero al mismo tiempo asume que tiene "cierto miedo".

¿Cómo afronta el hecho de pasar de aficionado a presidente del Cáceres en tan sólo unos pocos meses?

--Con ilusión. De lo que me he sentido más orgulloso en mi vida es de haber sido concejal del ayuntamiento. Ahora, de ser presidente del club de mis amores. Tengo cierto miedo de no poder responder a las muchas ilusiones que tiene la gente en Cáceres para recuperar el baloncesto. Esa dualidad de ilusión y miedo es en la que me encuentro.

En su equipo no hay ningún ´peso pesado´. ¿No cree que juega con fuego?

--No. Ahora estamos un grupo de personas que vamos a poner en funcionamiento lo que sería un programa de desarrollo. En lo sucesivo este grupo será completado. Por eso hemos dejado espacio para quien quiera comprometerse. A nivel operativo son personas que, más que directivos, son trabajadores del proyecto. Próximamente, si las cosas nos salen, llegarán esos pesos pesados .

¿Cómo logrará atraer al proyecto a instituciones, empresarios y aficionados?

--He escuchado en instituciones que hay compromiso con el baloncesto. El papel que tuvieron la temporada pasada para la supervivencia fue clave. Ibarra ha dicho que estos cuatro años serán los del desarrollo de Extremadura y cuando habla no se deja nada en el tintero: los más desfavorecidos, la cultura, el deporte... Vamos a tener cubierta la principal carencia. Sobre otras instituciones, cuando una camina en una línea, las demás la siguen. De las empresas, éste es un proyecto de Cáceres que repercute a nivel turístico y de servicios.

Hace justamente un año se pudo vender la plaza. ¿Cree que, visto lo visto, no hubiera sido lo mejor?

--Los proyectos tienen el derecho a vivir su historia y salen bien o mal. El pasado no lleva a un análisis real. Si ponemos en una balanza la rentabilidad de unos ingresos por haber liquidado una deuda con Hacienda y ahora pagar con los derechos ACB, me quedo con lo social que impidió que se vendiera y seguir un año más disfrutando.

¿Qué pensaría si le ofrecieran una plaza en ACB ahora por lo del Obradoiro y tuviera que decir que no?

--Tenemos asumida la realidad y tendríamos que decir que pasamos. No podemos embarcarnos en esa aventura.

¿De qué manera va a vender ilusión?

--Con realidades. Vender humo no es lo nuestro. Queremos que el pabellón tenga buenas entradas y llenarlo.

¿Cuántos aficionados estima que puede tener el Cáceres en LEB?

--Este año, a pesar de ser duro, ha habido una asistencia media de 3.500-4.000. Empezar con ese número sería interesante y creo que lo vamos a aumentar sin tener que utilizar fórmulas como la de bajar los precios o regalar entradas. Hay que llevar a los jóvenes al pabellón y a otros sectores..

Vende optimismo...

--Creemos que hay posibilidades y también dificultades. Tendremos un desierto al principio, pero espero que éste sea lo más corto posible.

¿Para cuando quiere tener perfilado el equipo?

--En dos o tres días el asunto del entrenador estará resuelto. Tuvimos conversaciones con Ñete Bohigas y creo que pronto se llegará a un acuerdo. La vinculación de los profesionales se hará como se conoce modernamente como de salario por objetivo. Es un poco novedoso y es lo que nos puede complicar.

¿Y sobre el personal que trabaja en el club?

--No nos lo planteamos de manera inmediata. Cuando desaparezca la sociedad pensaremos en recuperar lo recuperable, pero seguiremos una política de austeridad.

¿Y la cantera?

--Se puede hacer más, con el desarrollo de otras actividades. Por ejemplo, nos gustaría aproximarnos al ayuntamiento y sus escuelas municipales.