"Llevábamos varias vueltas discutiendo", desveló Fernando Alonso. Discutiendo por radio con su ingeniero, Andrea Stela y el estratega Chris Dyer. Discutiendo a 350 kilómetros por hora entre apurada y apurada de frenada para achuchar a Jenson Button. De locos ¿no? Pues sí.

"Teníamos que parar una vuelta antes, o una después de Button, pero no sabíamos bien qué era mejor", añade el asturiano. En plena discusión, McLaren aclaró el asunto. Button entró en el box en la vuelta 36. "Había que tirar a muerte, pues esa vuelta 37 era decisiva". Y Alonso voló. Rebajó en casi un segundo su vuelta anterior, y se la jugó en la entrada al box , a más de 300 kms/h. Cuando puso el limitador a 100 km/h, su Ferrari casi explota.

Un cambio prodigioso

En Monza, el límite de velocidad en la calle de los talleres se sitúa en 100 km/h (en otros circuitos 80, o, incluso, 60 km/h). Apuró al máximo y dejó su F-10 justo en la línea, ni un centímetro más, ni uno menos (existe una especie de regla en el suelo del pit para medirlo). Dejar el coche en el sitio exacto (y no es nada fácil) es el paso necesario para un cambio de ruedas meteórico. Alonso le robó, le birló, ocho décimas a Button en su vuelta, pero necesitaba más, algo más, poco más. Sus mecánicos cambiaron las ruedas en 3,4 segundos, (3,5 con Massa) y los mclaristas lo hicieron en 4,2 con Button un giro antes. Los mecánicos de McLaren miraban, expectantes, el cambio de Ferrari esperando el fallo, pero no llegó. "Fue tan rápido que casi no me da tiempo a engranar primera, después de los ajustes en el volante", desveló Alonso.

"Los mécanicos me hicieron ganar". Salió de boxes ("vi a Button por el retrovisor, pensé que me daba tiempo, pero me olvidé que él llegaba a 350"), y se la jugaron de nuevo en la chicane, esta vez a favor del piloto asturiano.