Son las 9.40 de la mañana en la piscina olímpica del complejo deportivo Agustín Ramos Guija de la urbanización Proexsa, en Cáceres el Viejo. Por aquí aparecen, esbozando sonrisas propias de jovencitas (lógico, ambas cuentan con sólo 17 años), dos campeonas de España con DNI inequívocamente extremeño: la nadadora del momento en el concierto nacional, la pacense Fátima Gallardo, y la triatleta placentina Raquel Mateos.

Detrás de ellas, tras cerrar el vehículo en el que las traslada desde la residencia del Centro de Tecnificación de la Ciudad Deportiva de Cáceres, donde conviven, llega el entrenador, Serafín Calvo. Es el madrileño del pequeño-gran milagro, el técnico capaz de entrenar a las dos citadas con tan espectacular éxito, en el caso de Raquel Mateos de forma parcial.

Los más pequeños , los infantiles, están en el Campeonato de España, y ahí también hay ya promesas-realidades, como el placentino César Castro, que ya ha hecho historia al convertirse en el primer español de 15 años capaz de bajar de los 16 minutos en los 1.500. El pasado fin de semana, otros dos pupilos, estos juniors, Juan Manuel Navia y Juan Luis Vega, fueron también oro. Inimaginable hace bien poco, aunque Calvo trate de quitarse importancia. "Esto es trabajo y trabajo". Y tanto. Y resultados.

"Vamos a colocar las corcheras", les espeta a Gallardo y Mateos. Y ellas, solícitas, antes del entreno, le ayudan. Todo está listo. Ya pueden trabajar. "Sí, esto es bastante duro, y además ahora que está ya terminando la temporada más, cuando ya ha acabado casi todo el mundo", dice Gallardo antes del inicio, mientras se prepara con la mirada fija, con la concentración más absoluta. "Claro que compensa", aclara.

Ya es una superestrella de la natación española. Acaba de batir el récord nacional de 100 libres. Pero, serena, tranquila, seria, abunda en que lo que hace la motiva extraordinariamente, que los sacrificios se hacen para algo bueno. A la semana se hace la friolera de 65 kilómetros en el agua. Al día, una media de cinco horas a piñón , cuatro de piscina y al menos una de físico en el gimnasio de la Ciudad Deportiva. Pero no se inmuta. "Yo hago esto porque me gusta". Tímida, se quita importancia. "Claro que es duro, pero tienes la satisfacción y compensa mucho", dice.

"En el Europeo de Berlín espero bajar de 55", asegura convencida la extremeña. Eso significaría batir de nuevo el récord de España. "Lo puedo conseguir. Hemos ido sin carga al campeonato de España", insiste.

"No. Todavía soy pequeña, pienso que todavía me queda mucho", afirma cuando se le cuestiona sobre su incuestionable irrupción entre las grandes, al haber vencido ya en diferentes pruebas a las mismísimas Mireia Belmonte y Melani Costa, megaestrellas de relieve internacional por su condición de medallistas olímpicas, acreditación en absoluto baladí. "Ellas también estaban cansadas, ¿sabes?", espeta con desparpajo.

¿Qué porcentaje del éxito hay que atribuir al entrenador? Fátima es contundente. "Todo. El es el que está conmigo todo el día, entrenándome y animándome", apunta. En el origen más primigenio, su club, el CN Badajoz, y toda la gente que la ha mimado.

"Todo lo da el régimen que tienen durante todo el año. Viven solas aquí en el centro de tecnificación. Comparten la vida con otros deportistas, y eso les hace ser autónomos, humildes y trabajadores en sí mismos. Unos a otros se van animando y reforzando", asegura por su parte el propio Calvo para explicar la madurez de Fátima, Raquel y, en realidad, de todo el grupo de 12 deportistas que maneja.

UNO MAS El mismo vive en la residencia con ellos. En el caso de la triatleta, su relación con su entrenador, Javier Rosado "es fantástica" y con la propia Mateos también. "Es una más, y además es encantadora".

El técnico también lleva un día a día poco menos que espartano. "Estoy enclaustrado con ellos en el centro, mirando para que estén bien y no les falte de nada, controlando muchas cosas", cuenta Calvo.

El entrenador tiene que estar en el día a día de Fátima Gallardo. "Ella es especial". Y tanto. "Pero tengo un grupo muy bueno". Y ahí también las cifras le avalan: cuatro campeones de España, "y el resto entre los cinco mejores de sus categorías".

"Con Fátima no hemos cambiado mucho. En realidad, nada. Lo que he tratado de hacer es evolucionar el trabajo, simplemente. Es también una labor a largo plazo", afirma Calvo.

"Tiene que codearse con las mejores de Europa", dice cuando se le cuestiona sobre las posibilidades de Gallardo en la competición continental. "Son campeonas olímpicas y de Europa en su prueba. Además, hay cámaras y mucha atención", manifiesta cuando se le pregunta sobre las opciones de la nadadora pacense. Paciencia, mucha paciencia. "Hay que ser optimista, pero es joven y es un escenario que no conoce", avisa.

Hoy toca entrenamiento aeróbico. "Hoy no hay mucha caña", dice gráficamente el técnico. Son las 10.15. Raquel y Fátima se lanzan al agua. Ha comenzado la rutina. Calvo ya les ha explicado todo mirando las notas de su cuaderno, escrupulosamente estudiado.

A las 12 de la mañana esa parte ha terminado. Después toca ir al fisioterapeuta, José Moreno, que trata a todos los deportistas que viven en la Ciudad Deportiva. En este caso, la joven pacense arrastra unas molestias en la espalda. El propio Perry , como es conocido en el mundillo , alaba a la nadadora extremeña en las dos vertientes posibles. "No he visto genética igual, ni psíquica ni física", dice. La conoce bien: trabaja con ella desde hace tiempo. En realidad, Gallardo siempre ha sido igual, cuentan: una deportista descomunal, pero también una persona al uso , como cuando competía --y ganaba-- ya desde muy pequeña.

"Ha sido una tía genial. Durante todos estos años se lo han pasado de miedo junto a gente de los diferentes clubs". El testimonio, claro. El testimonio, válido. Estrella de hoy, estrella del día a día. ¿Estrella siempre?.