El baloncesto es un deporte en el que la toma de decisiones ha de hacerse en cortos espacios de tiempo, en muchas ocasiones en pocos segundos. Los equipos se estudian unos a otros por medios de los ´scoutings´ y son los pequeños detalles los que suelen marcarse las diferencias, especialmente en los partidos más ajustados, esos que se deciden en los últimos segundos.

Hay un eterno debate que surge de estas situaciones: hacer falta y tener la última posesión, o jugártelo a la defensa. Si se va ganado de tres puntos y queda poco tiempo la cosa está clara, falta y no dejar que se lance un triple que pueda empatar el partido. Las dudas vienen si la diferencia en el marcador es de uno o dos puntos. A la hora de tomar una decisión en estas situaciones influyen muchos factores como los defensores en pista, el porcentaje de tiros libres del rival y la que me parece más importante para mí: la personalidad del que toma la decisión, el entrenador.

Los más conservadores suelen optar por hacer falta, preferiblemente al peor tirador del equipo rival, para que en el caso de que anote los dos tiros libres te asegures la prorroga y tengas el tiro de la victoria. La otra opción, apostarlo todo a una defensa que te haga ganar el partido, suele ser la que toman los entrenadores más arriesgados. Los malo de ésta última es que si te anotan no tienes apenas margen de solución.

Personalmente siempre me he inclinado por la primera elección, no dejar recibir al mejor tirador del equipo contrario, hacer falta que provoque que se tenga que anotar los dos tiros libres (no siempre la mano está firme) y tener la última posesión para ganar el partido. En caso de no anotar se dispone de cinco minutos más para poder conseguir la victoria. Como cada partido es una historia diferente, la decisión que una semana es buena puede no serlo para la siguiente con lo que siempre estará servido este debate: ¿Qué hacer? ¿Hago falta, o defiendo?