El debate está abierto. ¿Es acertado incluir tramos de carreteras sin asfaltar en una prueba como el Giro? La etapa de ayer --la séptima-- de haberse programado bajo las consignas habituales difícilmente habría ocasionado el golpe a la clasificación general que ofreció una jornada que circuló casi 20 kilómetros por camino de carro; tal cual, una ruta sin asfaltar que convirtió a los corredores en estatuas de barro. Llovió y el fango enterró las ilusiones del líder Vincenzo Nibali, de Ivan Basso y de Carlos Sastre que cedió más de cinco minutos a los dos héroes de la jornada: el campeón del mundo, Cadel Evans, vencedor en Montalcino, y Alexandre Vinokurov, el nuevo líder, con ya una cómoda ventaja de más de un minuto.

Sin embargo, no fue el barro el causante principal de los descalabros del Giro. Sucedió en una bajada asfaltada, aunque mojada. El conjunto Liquigas, con sus líderes al frente, se fue al suelo. La caída arrastró a Sastre, que se hizo bastante daño en la espalda, averió el cambio y sufrió una pájara descomunal. Se encuentra 24º, a 7.06 minutos de Vinokurov. Demasiado tiempo cedido cuando la montaña más seria --hoy primera llegada en alto, en el Terminillo-- todavía no ha aparecido.