Carlos Sastre, del CSC, sacó un chupete del bolsillo, lo mordió, y entró como vencedor de la decimotercera etapa del Tour, la primera pirenaica con final en alto, en la que el alemán Jan Ullrich (Bianchi) volvió a golpear, esta vez con siete segundos, al líder Lance Armstrong (US Postal).

Claudia, de dos años, fue la principal destinataria de tal original manera de celebrar una victoria por parte de su padre, un corredor que fue décimo la pasada temporada y que tras varias temporadas intentándolo por fin logró "lo mejor que le puede pasar a un ciclista". Cumplió su sueño en el Tour del Centenario, como pocos días antes otros dos españoles, Iban Mayo y Flecha.

FLAQUEA ARMSTRONG

Mientras el español celebraba su segundo triunfo desde que debutara en profesionales en 1997 en las filas del ONCE, en el grupo de favoritos se producía un hecho de trascendencia: Armstrong confirmaba que no es ni de lejos el dominador de otras temporadas.

Después de dos ataques de Mayo y uno de Vinokurov el americano sacaba al aire su debilidad y Ullrich, al tanto de la jugada decidió asestarle un golpe al casi intocable norteamericano, un aviso que se tradujo en 7 segundos, no demasiado tiempo, pero muy significativo porque al tetracampeón del Tour ya le han perdido el miedo definitivamente.

Ullrich entró en progresión a 1.01 de Sastre, acompañado de Zubeldia, un corredor en forma que también osó en toser al tejano del US Postal, que atravesaba la línea a 1.08, viendo de lejos el dorsal de sus rivales. Vinokurov se dejó unos segundos, como Mayo, 1.59. Mancebo no pasó el corte de los grandes y pagó con 3.06 minutos su mal día.

Sastre empezó a construir su gesta en el difícil ascenso a Pailheres. Salió del grupo junto a Juan Miguel Mercado, ambos alcanzaron a Rubiera, que abría la carrera y juntos bajaron el puerto e iniciaron el decisivo de Domaines. A 7 kms de meta se marchó solo y sufriendo en aquellas duras rampas y entre el aplauso de sus hermanos y amigos, cogió las alas que le entronizaron como rey de la etapa.