Gran victoria la del domingo en Huesca. Sufrida y con incertidumbre hasta el final, con desenlace propio de una película de Hitchcock. A los que seguimos el partido vía internet, esos minutos hasta actualizarse el marcador con el triple de Xavier, se nos hicieron eternos. A más de uno le estarán doliendo todavía las uñas, por culpa de ese mal habito propio en momentos de nervios e incertidumbre.

Pero también fue una gran victoria por la muestra de madurez de nuestro equipo. Después de ir casi todo el partido por detrás, y verse trece puntos abajo en el marcador en el último cuarto, pocos son los equipos capaces de seguir creyendo en la victoria y no perderse en guerras individuales, o desesperación que te llevan a la derrota. Este grupo supo tirar de veteranía para, poco a poco, ir recortando distancias y así tener, al menos, la opción de la última bola ganadora. Es habitual ver en equipos jóvenes cómo, llegados a ese momento crítico del partido, desconectan y se dejan llevar, con la consecuencia de una derrota más abultada. Nuestro equipo, lejos de caer en esa locura y descontrol, se acercó más al orden y a la templanza, buscando las mejores opciones apoyándose en una defensa más intensa. En los últimos seis minutos de encuentro, la distancia en el marcador se fue recortando provocando las dudas en un equipo local recién ascendido, con hombres de mucho talento pero con poca experiencia en la categoría.

Tener en la plantilla a jugadores como Lucio, Francis, Cherry, Humphrey o McCoy da un plus en momentos calientes. Se podrá ganar o no, pero de lo que podemos estar seguros es que no se van a poner nerviosos. Un detalle: en Huesca el Cáceres solo ganó uno de los cuatro cuartos del partido. El último y decisivo, en el que se ´juegan las habichuelas´, en el que los jugadores expertos y de calidad dan la talla, en definitiva, en el que se ganan los partidos.