Una vez más Roger Federer se presenta en Melbourne como el hombre a batir. Inamovible número 1 del mundo desde febrero del 2004 y vigente campeón del Abierto de Australia, el campeón suizo comienza dispuesto a defender un reinado que no parece tener fin.

De momento, antes de dar el primer pelotazo, Federer sale en pole position con una ventaja sobre el segundo clasificado de 650 puntos en la clasificación mundial (el ganador del torneo sumará 1.000 puntos), aunque por primera vez en mucho tiempo podría perder esa privilegiada posición si cae eliminado antes de cuartos de final y Rafael Nadal, el hombre que va tras él, gana el título o es finalista. Pero esa posibilidad ni el propio Nadal la contempla en algún momento. "Mi único objetivo es jugar bien y afrontar el torneo paso a paso, nada más", ha dicho el manacorense a su llegada a Melbourne.

Tradicionalmente, el primer Grand Slam de la temporada está abierto a demasiadas incógnitas. Los tenistas apenas llevan un par de semanas jugando y además, en esta edición del Abierto de Australia, se enfrentan a un cambio de superficie de las pistas. Después de 20 años, el rebound ace ha sido sustituido por el plexicushion, un tipo de caucho con menos absorción y que en teoría debería hacer las pistas más rápidas, aunque las primeras impresiones de los jugadores dicen lo contrario.

Ni un partido

El propio Federer, consciente de esa situación, llegó este año a Melbourne 10 días antes de empezar el torneo para poder adaptarse a las nuevas pistas, pero sus planes se han visto frustrados por un virus estomacal que ha limitado su preparación y obligado a renunciar al torneo de exhibición de Kooyong que, en su ausencia, ganó ayer el estadounidense Andy Roddick al vencer al chipriota Marcos Baghdatis por 7-5 y 6-3.

El número 1 del mundo comenzará la defensa de un título que ha ganado ya en tres ocasiones en los últimos cuatro años sin haber jugado aún un partido desde el inicio de la temporada. El argentino Diego Hartfield (número 106 del mundo) será su primera prueba seria en Melbourne desde que cerrara la temporada el pasado mes de noviembre con el título en la Copa Masters de Shanghái. A pesar de eso, Federer parece confiado. "Está en el buen camino y dispuesto a defender el título", ha dicho Toni Godisck, su agente en la empresa IMG.

El tenista suizo opta a conquistar su decimotercer Grand Slam y acercarse un poco más al récord de 14 que tiene el estadounidense Pete Sampras. El objetivo es suficientemente importante pero, además, para Federer ganar en Australia permitiría por tercer año iniciar su carrera para el pleno de ganar los cuatro títulos mayores de la temporada: Australia, Roland Garros, Wimbledon y Estados Unidos. Un sueño que se ha roto cada vez que ha pisado París y Nadal se ha cruzado en su camino.

El resultado más duro

Nadal se presenta en Australia con las dudas habituales del inicio de la temporada, y alguna más. La final alcanzada hace un par de semanas en Chennai le habría permitido sentirse más confiado si no hubiera encajado la derrota más dura de su carrera al perder con el ruso Mijail Youhzny por un inapelable 6-0 y 6-1. Un resultado que nunca antes había encajado desde que jugó su primer torneo profesional en un challenger en Madrid en el año 2001. Además, en Melbourne, el número 2 del mundo es consciente de sus limitaciones. En tres participaciones, su mejor resultado fueron los cuartos de final del año pasado, cuando cayó en semis ante el chileno Fernando González.

Junto a Nadal, de la lista de los 128 jugadores que tomarán la salida en Melbourne a partir de esta próxima madrugada también se presentan con posibilidades para obtener el título el croata Novak Djokovic, que ya la temporada pasada dio un extraordinario tirón en su juego; el escocés Andy Murray, primer líder de la carrera de campeones del 2008, recuperado de una lesión que la temporada anterior cortó su progresión; y el estadounidense Andy Roddick, último ganador de la Copa Davis en la final que EEUU ganó a Rusia.