Feliciano López, un naufrago en el panorama tenístico español, fiel a su empeño de imponer un juego apartado de la tradición del jugador hispano, logró el primer título como profesional en su carrera y encauzó un historial expuesto a un panorama enorme.

El toledano, de veintiún años, criado deportivamente en Madrid y uno de los principales representantes de las incipientes generaciones que pretenden abrirse paso entre la armada , volvió a sostenerse en la eficacia de su servicio -que nada tiene que envidiar a los históricos cañoneros del circuito profesional-, donde ha encontrado un provisional acomodo en las proximidades del número cincuenta.

Ahora ha aprovechado la proyección del último cartel del Campeonato de España para estirar su proyección. Este curso la situación aparentaba la misma pinta. Los cuartos de final de Dubai y de Estoril y los octavos sobre la hierba de Londres habían marcado su tope.

SAQUE Y VOLEA

El toledano no jugó bien ante Rafael Nadal, el más esperanzador porvenir, por edad, de la raqueta española. Pero se agarró al saque para terminar con las aspiraciones de triunfo del mallorquín y ganó por un doble 6-4, en poco menos de hora y media.

Feliciano pasó por alto la teórica lentitud de la arcilla. Es fiel a sus principios. Servicio y volea, como gran parte de los últimos grandes jugadores del firmamento tenístico que se han impuesto en el mundo. No perdió ni una sola vez el servicio, por lo que la mitad del camino lo tuvo ganado. Dos breaks , uno en cada manga, terminaron por darle el partido.