Solo había un hombre tan feliz como Fernando Alonso en el exótico paddock nocturno de Singapur. Otra sonrisa destacaba bajo los focos. La de su "clon", como así lo clasificó el bicampeón cuando el año pasado compartía garaje en McLaren. Lewis Hamilton, más maduro, más hecho, que la temporada pasada, sacó la calculadora y comenzó a sumar los puntos que podía ganar remontando pacientemente mientras sus rivales de Ferrari acumulaban despropósitos. Llegó a Singapur con un solo punto de ventaja sobre Felipe Massa y se va con siete, no está mal para el día en el que los coches rojos iban camino del doblete.

Emilio Botín, el dueño del Banco de Santander, el patrocinador de Ferrari a partir del 2010, tiene un argumento más para sugerir que no le iría mal a la sociedad contar con Alonso en un futuro. Puede que otro granito de arena más acabe de derribar el muro que Jean Todt --sigue mandando en Ferrari más de lo que parece-- ha levantado entre la Scuderia y el bicampeón desde que hace ya ocho años el español le dejó para seguir a Flavio Briatore. Alonso no tiene prisa en aceptar la oferta de BMW. Puede aguantar. Sabe que le esperarán hasta el final y confía en que otra como la de Singapur haga entrar en razones al pequeño francés.

Massa lideraba el primer tercio de carrera con holgura y Raikkonen se echaba a la espalda de Hamilton en lo que parecía iba a ser un doblete de Ferrari en Singapur. El finlandés hubiera quizá adelantado a Hamilton en el primer o el segundo repostaje, pero la entrada del primer coche de seguridad varió los planes. Los tres entraron al tiempo en el box cuando el director de carrera dio el permiso. En Ferrari sabían que, entrando tan juntos, Raikkonen debería esperar por Massa. Así que, en un repostaje tan complicado, optaron por cambiar el sistema automático que indica con un pequeño semáforo --son el único equipo que lo utiliza, el resto indica la maniobra con una pala de ordenes-- al piloto cuando debe salir del box y lo pasaron a modo manual. En automático, la luz verde se enciende cuando se retira la manguera de repostaje.

En su intento de arañar tiempo de donde no se puede, un mecánico se ocupó de marcar las luces con un botón. Y entre el tumulto y los nervios, se adelantó al pulsar la luz verde. Massa arrancó cuando la manguera aún seguía bombeando combustible. Se llevó por delante a los mecánicos y arrastrando la manguera. Tuvo que esperar al final de la calle de boxes hasta que los mecánicos llegaron a su altura y arrancaron la manguera de cuajo. Raikkonen empleó otra eternidad porque necesitó de la bomba y la manguera de repuesto para repostar. Un horror.

Para colmo, Massa estuvo a punto de chocar con Adrian Sutil al salir de su box , por lo que fue castigado con un paso por la calle de boxes . Todo perdido. "Es difícil aceptar una derrota de esta forma en una carrera que tenía en la mano", lamentó el brasileño. Y Raikkonen, exhausto, acabó estrellando su Ferrari a cuatro vueltas del final "cuando atacaba a Glock. No tengo la moral muy alta", reconoció.