Ese 6-0 que señalaba el marcador del quinto set del partido entre Mark Philippoussis y Juan Carlos Ferrero no reflejaba la batalla que durante 3 horas y 13 minutos protagonizaron los número 1 de Australia y España. El resultado no fue fiel al duelo.

Ferrero no recordaba la última vez que encajó un 6-0, pero desde ayer le costará olvidar el que le endosó ayer Philippoussis. Fue el peor golpe que podía recibir y, quizás, el más injusto tras haber luchado por una victoria que al principio parecía imposible, pero que llegó a creer que conseguiría cuando logró igualar dos sets en contra. Su esfuerzo para dar la vuelta al calcetín no tuvo recompensa y acabó siendo un castigo demasiado injusto.

GIGANTE EN CONTRA No empezó bien el valenciano. En los dos primeros sets, Philippoussis impuso su poderoso servicio para adelantarse en el marcador por 7-5 y 6-3. Parecía imposible encontrar ningún resquicio para tumbar a aquel gigante. "Estar delante suyo es un sentimiento parecido a cuando te van a tirar un penalti", había explicado Moyá. A Ferrero no le debió parecer lo mismo cuando se adelantó 15-40 en el primer juego. Pero Philippoussis hizo una demostración de fuerza para resolver la situación con tres aces, dos puntos de servicio, una volea y un smash. Toda la gama de golpes que debe tener un herbívoro.

Era el aviso del australiano de que había salido a por todas. Tras el susto, Philippoussis no volvería a tener un break point en contra hasta el inicio del tercer set. En ese tiempo hizo una demostración de fuerza, seguridad y facilidad para jugar en hierba que Ferrero parecía impotente de contrarrestar.

EL JUEGO MAS LARGO Y ese momento llegó en el segundo juego del tercer set, con 1-0 para Ferrero y saque de Philippoussis. En ese instante, el español aprovechó dos dobles faltas de su rival para conseguir un break point (30-40) que puso nervioso a su rival. Durante un juego que parecía inacabable (se disputaron 20 puntos, algo impensable en hierba) y después de 1 hora y 48 minutos desde que el australiano puso en juego la primera bola de partido, Ferrero logró romper el servicio de su rival a la séptima ventaja que tuvo.

A partir de ese instante la superioridad que había demostrado Philippoussis se desvaneció. A Ferrero se le apareció un nuevo rival. Un jugador al que desbordaba con sus restos, que ya no le hacía daño con sus servicios a más de 200 km/h y que sólo le pudo ganar dos juegos de los 13 que disputaron hasta llevarse las dos mangas por 6-1 y 6-2.

SILENCIO EN EL ARENA El silencio se apoderó de las gradas del Rod Laver Arena. Lo que parecía un paseo se convirtió en un viacrucis para Philippoussis. El australiano había perdido toda su ventaja y la derrota rondaba sobre su cabeza. El brazo que había martilleado a Ferrero ya no tenía la fuerza del principio, sino al contrario: estaba demasiado dolorido y tenso.

Philippoussis se marchó de la pista al baño. Se sentía perdido. "Me fui al vestuario y respiré profundamente. Todo había ido tan rápido en el tercer y cuarto set que no lo asimilé", explicaba. El descanso se alargó casi nueve minutos porque, tras regresar a la pista, los dos jugadores fueron atendidos por sus masajistas. No parecía un partido de tenis. Daba la impresión de un cuadrilátero, con cada boxeador en su rincón preparándose para el asalto decisivo. Ferrero, relajando sus piernas; Philippoussis, pendiente de su dolorido brazo.

No sonó el gong, pero Philippoussis salió dispuesto a dar el golpe definitivo. El KO que pusiera fin a su sufrimiento. En su rincón, Fitzgerald le había dado órdenes precisas. "Quítate el dolor de la cabeza. Mantén el primer saque, corta la bola y sube a la red", le dijo. Mark le obedeció y la táctica funcionó. Philippoussis ganó el primer juego con dos aces y dos puntos de servicio,a pesar de cometer dos dobles faltas y estar sacando 10 km/hora por debajo de su media habitual.

Y luego, con servicio de Ferrero, el australiano se lanzó como un poseso hacia la red para jugarse allí la victoria. Ferrero se vio sorprendido y ya no supo reaccionar. "Yo estaba jugando igual, pero desde que ha empezado a dolerle el brazo ha jugado mejor. Philippoussis se la ha jugado y le ha salido bien", razonaba el valenciano, que vio como se le escapaba otro partido, el sexto seguido, en un final de temporada maldito, después de haber sido número uno.