La paranoia ha llegado hasta el extremo de exigir a Vodafone (patrocinador de McLaren y, por tanto, la compañía que utilizan los empleados de McLaren) los extractos de las cuentas y llamadas de todos los implicados, lo que ha permitido a la FIA llegar a la conclusión de que Coughlan y Stepney no paraban de llamarse antes y después de cada Gran Premio y demostrar que el volumen de correo entre Fernando Alonso y De la Rosa también coincidía con esos instantes.