Los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver echaron el telón a lo grande para el país anfitrión y con la mediocridad habitual para el deporte blanco español, que seguirá viviendo de las dos medallas logradas por la familia Fernández Ochoa en 1972 y 1992. La final de hockey sobre hielo, seguida con inusitada expectación en el país organizador, puso fin a los Juegos con una explosión de júbilo de Canadá, que derrotó a Estados Unidos por 2-1 y elevó a 14 sus medallas de oro, una cifra récord. Noruega, en el 2002 (Salt Lake City), mantenía en 13 el récord de títulos olímpicos. EEUU, pese a la plata de ayer, se fue de Vancouver con 37 medallas, otra plusmarca, que supera la que tenía Alemania (36) también desde hace ocho años.

La victoria del noruego Petter Northug en la penúltima prueba de los Juegos, los 50 kilómetros de esquí de fondo, estilo clásico, consagró a la última figura que ha visto la luz en Vancouver, unos Juegos con varios príncipes, pero con una sola reina, la noruega Marit Bjoergen, la única capaz de ganar cinco medallas.

NOMBRES PROPIOS Pero el oro se cotizó muy alto, y solo la propia Bjoergen y dos patinadores de velocidad en pista corta, el chino Wang Meng y el surcoreano Lee Jung-Su, se alzaron con tres títulos. Los demás se repartieron con la lógica que se esperaba de unos Juegos de invierno marcados por la potencia de la anfiriona Canadá y de su vecina del sur, EEUU; la potente polivalencia de Alemania; el dominio de Noruega en fondo; la potencia de Corea del Sur en short track ; la hegemonía de Holanda en la velocidad en pista larga... Y, en el lado negativo, la decepción de Rusia, con solo 15 medallas, y el pinchazo sonado de Austria, sin una sola medalla en el esquí alpino masculino, su feudo de siempre.

España cerró su participación como la empezó: sin expectactivas. Los fondistas Vicenç Vilarrubla (40º en los 50 km.), Diego Ruiz (44º) y Javier Gutiérrez (retirado) cerraron otra edición anodina de un deporte blanco español que no levanta cabeza pese al deseo de dos ciudades (Barcelona y Zaragoza) de llevar los Juegos por primera vez a los Pirineos.

"Debemos admitir que ha sido una actuación gris y que no hemos visto ningún avance con respecto a Turín en el 2006", reconoció Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte. "España tiene 40 estaciones de esquí y dos millones y medio de practicantes, pero no cree en su potencial", añadió el presidente de una de las dos federaciones de invierno, la de nieve, Eduardo Roldán, que cree que faltan medios financieros para despegar.

La situación es casi la misma de siempre. Los deportistas de invierno no entraron en el programa olímpico ADO hasta el 2002, y hasta el 2006 no se creó una federación de hielo. "En nieve existe mucho margen de mejora", denuncia Lissavetzky.