El Madrid ha inyectado este verano sangre joven a su plantilla. Ha fichado tres grandes jugadores, pero todos en el inicio de su carrera deportiva. Ha apostado por Baptista (23 años), ya adaptado al fútbol europeo tras sus dos temporadas en el Sevilla. Ha escogido a Sergio Ramos (19), un adolescente que apenas ha jugado 40 partidos en Primera, para revitalizar una defensa en la que antes han fracasado tipos tan expertos como Samuel, el central de la selección argentina, o zagueros que prometían mucho en la Liga española (Ivan Campo y Karanka, entre otros), devorados por la figura de Hierro. Desde que se marchó Hierro por la puerta trasera, el Madrid no ha tenido el central que busca porque Helguera no tiene ese perfil defensivo que requiere el puesto y Pavón, un chico de la casa que cumple cada vez que juega, ha sido víctima del famoso eslógan de Zidanes y Pavones , inventado por el presidente Florentino Pérez.

En el caso de Helguera se da, además, otra circunstancia. Acaba contrato el 30 de junio y el club no le ha dicho nada. El defensa cántabro anda enfadado por el silencio. Tampoco Florentino ha renovado a Casillas, que se encuentra en la misma situación. El presidente del Madrid sólo tiene ojos para Brasil. Y para Robinho, quien a sus 21 años, goza ya de estatus de galáctico casi sin haber jugado en Europa. En enero llegará otro brasileño: Cicinho, un lateral derecho de 25 años. Pero en un verano, la media de edad del equipo titular del Madrid ha descendido a los 27 años.