Un fondo de inversión qatarí se convirtió ayer en el dueño de la camiseta del Barça hasta el 2016. Pagará un total de 165 millones de euros, que el club destinará a tapar agujeros, pero su nombre, Qatar Sports Investment, que ayer irrumpió inesperadamente en la operación, no será el que aparecerá en el pecho del equipo. Será el de Qatar Foundation, la entidad solidaria a la que esta empresa ha cedido esos derechos y que compartirá ese honor con el Unicef. Pero en caso de conflicto en el diseño de la camiseta la última palabra se dirá desde Qatar.

Como sí se tratara de la presentación de una gran estrella. Ese era el aspecto de la Sala París donde una amplia representación de todos los estamentos del club y sectores de negocios diversos acompañaron al presidente Sandro Rosell en el acto oficial de uno de los acuerdos más especiales de la historia del Barça.

Por la doble vertiente sentimental y económica que le rodea y que ha propiciado un intenso debate entre la afición. Hay voces para todos los gustos, aunque una mayoría asume la decisión como algo inevitable ante las constantes referencias de la directiva a la delicada situación económica que se han encontrado. "Está mucho peor de lo que imaginábamos y en las oficinas no hay máquinas de hacer billetes", dijo Rosell.

Pero en esta bendición hay un punto intocable: Unicef. Una palabra sagrada para los culés que el club esfuerza en preservar, consciente de que cualquier cambio en este tema sí provocaría una repulsa unánime. El organismo internacional ha dado el visto bueno a esta nueva colaboración aunque todavía no está claro cómo se visualizará.