Fonsi Nieto se destrozó, el pasado 29 de agosto, la pierna izquierda en Indianápolis: seis fracturas en el astrágalo y otras seis, en el calcáneo. Lo ingresaron, de inmediato, en el Methodist Hospital ("un centro que, por fuera, parecía la Casa Blanca y, por dentro, era como Vietnam") y, horas después de una complicada operación que, en España, dura dos horas y allí duró seis, sufrió una parada respiratoria "que me tuvo muerto durante 40 segundos". A los dos días estuvieron a punto de amputarle el pie "por la acumulación de cuágulos de sangre porque no me habían drenado la pierna". Y, 24 horas después, cuando creyó haberse recuperado y soñaba regresar a España, se le encharcaron los pulmones "al producirse un fallo en la cánula de entubación tras la tercera operación".

Fonsi llegó, finalmente, a Madrid y el doctor Angel Villamor le volvió a operar para reparar todo ese desastre. Y ayer, diez días después, Fonsi ha anunciado que reaparecerá "si los médicos del Mundial me dan, el jueves, su visto bueno", en el gran premio de Alcañiz. "Por si lo piensa alguien, le diré que no estamos locos, sabemos perfectamente lo que hacemos. Lo de Tomi (Shoya Tomizawa) fue auténtica mala suerte, pura mala suerte".

Fonsi asegura que desde el día que decidió que haría un esfuerzo enorme, intenso, duro para intentar reaparecer en Alcañiz "he vuelto a sonreir, duermo mejor, tengo hambre y estoy superfeliz. Quiero correr este tercer gran premio de casa para celebrar que he vuelto a la vida, que estoy vivo. Sé que no voy a ganar pero no puedo estar un día más en casa. Nuestra vida es correr y, para cualquiera de nosotros, regresar a la pista tras un accidente como éste significa volver a practicar el deporte que amamos con pasión".