El viento soplaba de frente. Los velocistas se situaban a la izquierda de la calzada. Oscar Freire no quería volver a fallar. Pensó que se había equivocado por saltar tan pronto, tan lejos, tan solo, pero a la vez con tanta fuerza que nadie osó interponerse en el que supuso el camino hacia su primera victoria en el Tour 2006. Lo intentó Tom Boonen, el campeón del mundo que viste de amarillo. Fracasó. Freire ya levantaba los brazos, chillaba con rabia, se situaba tercero de la general y se colocaba a 17 segundos del jersey amarillo, que bien podría asaltar hoy en la ruta entre Normandía y Bretaña.

El Tour comenzó a sonreír ayer de la mano de Freire. Parecía que los ciclistas españoles corrían con el paso equivocado. Egoi Martínez, hasta ayer quinto de la general, se daba un gran porrazo. Se cayó solo, sin que nadie lo empujara. Poco después, Isaac Gálvez, el velocista catalán del Caisse d´´Epargne, se tragaba un árbol y se daba un revolcón nada deseado por la hierba. Alejandro Valverde, que partió de Estrasburgo como la gran opción para la general, ya está en casa, mientras que Iban Mayo y Angel Gómez Marchante, llamados a ser protagonistas sin timidez en cuanto llegue la montaña, también han notado en sus carnes el contacto con el asfalto francés.

Freire no desaprovechó la ocasión. Ha estado cada día en el esprint. El miércoles fue tercero. El lunes vio que podía ganar. Llevaba dos años sin aparecer por el Tour. Laura, su mujer, sale de cuentas el próximo martes. Ha sido tres veces campeón del mundo y tal vez la figura del pelotón que más se ha quejado de los abusos de algunos. "No es la primera vez que lo digo . Algunos intentan llegar al máximo nivel de una forma incorrecta. Por eso se les castiga. El ciclismo mueve mucho dinero y por eso hay gente que hace trampas. Es duro conseguir una victoria y se da mucha más importancia a lo extradeportivo. Para un ciclista como yo, que se cuida todo el año, fue duro ganar la Milán-San Remo y ver que se hablaba más del caso Manzano".