James Forrest cumplirá con ésta su tercera aventura en España, después de las de Ciudad de Huelva y Unicaja. A pesar de su efímero paso por la capital onubense, los aficionados recuerdan al estadounidense como una fuerza de la naturaleza, altamente musculoso y que hacía del gran espacio que ocupa su cuerpo su principal aliado para coger rebotes y anotar.

Fue en la temporada 97/98 y a partir de ahí, Forrest se convirtió en un trotamundos del básket europeo, firmando año tras año campañas notables. Sin embargo, el peor momento de su carrera deportiva llegó justamente cuando tenía que acontecer el mejor. Corría junio de 2002 y su equipo, el Olympiakos, se jugaba el campeonato de la Liga griega con el AEK de Atenas en una apasionante serie final que estaba igualada (2-2). Entonces saltó la noticia: la Federación helena había suspendido a Forrest tras dar positivo por cannabis en un control antidopaje efectuado después del primer encuentro de la final. Además de enfrentarse a una suspensión de tres meses, Forrest no pudo saltar al Olímpico de Atenas para jugar el último partido, que acabó llevándose el AEK.

El pívot era el máximo anotador de la serie, con 18 puntos de media en los cuatro anteriores choques. "Nunca he tomado nada prohibido. Esto es lo peor que podía pasarme a mí y al equipo. Había trabajado mucho para este partido y no voy a poder jugarlo", declaró Forrest.

Ese incidente propició su salida de El Pireo, pero Boza Maljkovic le ofreció una nueva oportunidad para jugar en la elite europea. El Unicaja pensó en él en abril de 2003 para sustituir a Adam Wojcik, al que le achacaban demasiada endeblez defensiva. "Es un jugador completo, con mucho talento y pensamos que nos va a ayudar a mejorar algunos aspectos de nuestro juego. Es el jugador que se estaba buscando", explicó el entrenador serbio para avalar la llegada del jugador americano.