Típico de la F-1. Diez días antes de que empiece el Mundial el próximo 29 de marzo, en el circuito urbano de Melbourne, el Consejo Mundial de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) decide cambiar radicalmente la puntuación del campeonato. A partir del Gran Premio de Australia, el título será para el piloto que consiga más victorias, poco importa cuantos podios haya logrado, poco importa cuantos puntos sume, poco importa que haya sido el más regular durante toda la temporada. Si tiene más victorias que el segundo, él será el campeón.

MASSA HUBIESE GANADO En los últimos 10 años, solo en una ocasión, curiosamente el pasado año, hubiese cambiado la clasificación. El brasileño Felipe Massa (Ferrari) y el británico Lewis Hamilton (McLaren-Mercedes) llegaron empatados a cinco victorias al GP de Brasil. Y allí, Massa venció, sumando la sexta, pero Hamilton superó al alemán Timo Glock (Toyota) en la última curva, pasando del sexto al quinto lugar, sumando un punto más que el brasileño (98 contra 97) y conquistando así su primer título. No volverá a pasar. Massa sería hoy el campeón.

El consejo de sabios de la FIA desoyó las otras dos peticiones que habían llegado a su mesa de trabajo por parte del inglés Bernie Ecclestone, patrón de la F-1, y por parte de la asociación de equipos. Tiíto Bernie , como suelen llamar a Ecclestone en Jerez, quería que los tres del podio recibiesen medallas de oro, plata y bronce en el mejor estilo olímpico y que el campeonato se decidiese por ese criterio. No le hicieron ni caso. Y las escuderías solicitaron un cambio en la puntuación de los ocho primeros, pasando de los 10, 8, 6, 5, 4, 3, 2 y 1 que se reparten en la actualidad a los 12, 9, 7, 5, 4, 3, 2 y 1, lo que significaba aumentar la diferencia entre el ganador y los demás. Tampoco les hicieron caso.

DESEMPATE A PUNTOS La nueva puntuación intenta alegrar las carreras. Una victoria valdrá, a partir del próximo fin de semana, mucho más. La Federación Internacional del Automóvil ha querido darle más valor a cada gran premio, incentivar la agresividad y evitar los planteamientos tácticos desde el mismo sábado, es decir, desde la configuración de la parrilla de salida.

La nueva norma está pensada más en la carrera, en ganar, que en lucir pole position, pues no siempre encabezar la parrilla asegura la victoria ya que es muy posible que esa conquista se haya hecho cara a la galería, con poca gasolina, y no pensando en el desarrollo del gran premio. Ahora los grandes pensarán en ganar, en la carrera, en las 60 vueltas, en la competición pura y dura. De ahí que, probablemente, en muchos grandes premios podría producirse la sorpresa de ver un monoplaza poco competitivo liderando la parrilla al haber descartado los favoritos pelear por la pole pensando en la victoria, un premio que ahora cobra mayor valor.

Eso sí, el Consejo Mundial de la FIA ha decidido que, en caso de empate a victorias, la clasificación por puntos sea la que decida el campeón. Y será entonces, y solo entonces, cuando la regularidad premie al que más puntos ha acumulado, siempre y cuando haya sumado idéntico número de triunfos que su rival. Una cosa no cambia: el Mundial de constructores seguirá decidiéndose con la puntuación tradicional, la de siempre.

La FIA tomó otras decisiones como fijar un tope en los presupuestos del próximo años, que rondará los 33 millones de euros cuando, en estos momentos y pese a que no son públicos, el gasto de los equipos oscila entre los 100 y los 450 millones de euros. Las diferencias, como puede comprobarse, son enormes.

EVITAR EL DESPILFARRO Max Mosley, presidente de la FIA, que resistió el acoso mediático tras la publicación de unas fotografías suyas en una fiesta sadomasoquista, no habló, tras la reunión del Consejo Mundial, del cambio de puntuación pero sí de las decisiones que afectan al cambio forzado en los presupuestos de los equipos. "La F-1 ha decidido tomarse muy en serio la crisis que nos afecta a todos", dijo el dirigente británico. "No tiene sentido seguir despilfarrando el dinero. Primero, porque no lo tenemos y, segundo, porque es innecesario", agregó el presidente que, evidentemente, reconoció que el cambio más duro en el límite de los presupuestos llegará el año que viene. Este año era imposible intervenir en el gasto de los equipos.