Si algo destaca en el talante de Garbiñe Muguruza en su segundo intento de lograr el título de Wimbledon es su calma y su prudencia. Una serenidad fuera de la pista que contrasta con la ejecución de sus golpes cada vez que pisa la hierba inglesa.

Garbiñe tendrá hoy ante Venus Williams la oportunidad de emular a su actual entrenadora, Conchita Martínez, y convertirse en la segunda española que gana el Grand Slam londinense, y como en el caso de la oscense en 1994, contra Martina Navratilova, tendrá enfrente una experimentada jugadora sobre el pasto, ganadora cinco veces de Wimbledon, la primera en 2000 y la última en 2008, y que a sus 37 años sigue compitiendo con la misma fe y entrega de entonces.

Las dos se miden por cuarta vez, pero es el primer encuentro sobre hierba. Venus ganó los tres de inicio en pista dura, en Florianopolis (2013), Auckland (2014) y Wuhan (2015). Garbiñe se impuso en el último de ellos en Roma este año, en tierra batida, por 6-3, 3-6 y 6-2. Venus es para todos, incluida Garbiñe, una leyenda, y un ejemplo a seguir. La americana no solo ha superado los problemas con su enfermedad, el síndrome de Sjögren, una dolencia que afecta a su nivel de energía y causa fatiga y dolor en las articulaciones, que incluso le obligó a abandonar el Abierto de EE.UU. en 2011 en primera ronda.

Mientras, Federer y Cilic jugarán la final masculina.