Dos estrellas de primera línea de la NBA volvieron a chocar ayer en el Multiusos Ciudad de Cáceres. Pau Gasol y Andrei Kirilenko se han enfrentado al menos cuatro veces por temporada en la liga norteamericana durante los últimos años. Ambos llegaron a América casi al mismo tiempo y en este tiempo han competido en la misma conferencia, la Oeste, uno con Memphis Grizzlies y Los Angeles Lakers y el otro con Utah Jazz. Varias veces han luchado por un puesto en el All Star Game. Se conocen muy bien y su rivalidad en la pista tuvo su momento cumbre hace un año, en la final del Eurobasket, y también ha vivido un intenso capítulo recientemente, en las semifinales de conferencia entre sus dos actuales equipos.

En Madrid venció el ruso; en los playoffs® NBA lo hizo el español. Habrá más, quien sabe si la próxima en el camino a las medallas en Pekín.

Gasol, convertido en un poderosísimo icono mediático a la altura de Fernando Alonso, Rafa Nadal o Iker Casillas, fue el español más vitoreado después del extremeño José Manuel Calderón. Su salida a pista en el minuto 6 de partido fue recibida con una de las mayores ovaciones de la tarde.

Y, como suele pasar, su presencia condicionó todo en las dos zonas: atacando, emparejado con Kirilenko en varias ocasiones, hizo daño en el poste bajo; en defensa formó pareja interior durante algunos minutos con su hermano Marc y realmente debe causar pánico a los rivales saber que en el camino al aro van a encontrase con dos tipos de 2,15- que además están tan excelentemente coordinados.

El tercero de la saga, Adriá, de 14 años, está en el camino, aunque cuentan que no le gusta demasiado el baloncesto.

Recuerdos de Cáceres

Han pasado casi diez años desde que el número 16 de los Lakers debutase en la ACB en el Pabellón V Centenario cacereño. Aquel 17 de enero de 1999 es una fecha clave en su vida, aunque apenas estuviese en pista 29 segundos en la derrota que sufrió el Barcelona ante el Cáceres CB (92-78, con Dyron Nix como máximo anotador con 24 puntos).

Tenía 18 años y era un chico enclenque que aún no había encontrado su papel sobre los parquets, empeñados algunos en hacerle jugar de alero. El partido también lo jugó Juan Carlos Navarro.

La presencia en la cancha ayer de los dos amigos, cuya ausencia en Badajoz generó cierta controversia, le dio más realce a la fiesta baloncestística. Los flashes se multiplicaban cada vez que uno de los dos cogía el balón.

Además de Aíto García Reneses, el entrenador que le hizo debutar en Cáceres, en el banquillo de España se sienta el que Pau Gasol definió una vez como el jugador de la ACB ante el que más incómodo se ha sentido por su capacidad defensiva: Juan Antonio Orenga. El ahora técnico ayudante se mostraba feliz de regresar a una de sus ciudades favoritas y en la que pasó los tres últimos años de su carrera profesional.

En el otro bando, Kirilenko, apodado AK-47 (como el rifle de asalto soviético que contiene el número que lleva en la NBA), estaba para menos bromas y tras un aceptable inicio de partido, acabó desesperado en el banquillo por la acumulación de personales. Hasta se encaró con Marc en una jugada en la que el español recibió una falta antideportiva.

El pequeño de los Gasol va tomando nota de la dureza que le espera a partir de noviembre en la NBA con su nuevo equipo, los Grizzlies. Kirilenko no es feliz últimamente en Utah, reducido a un papel de especialista defensivo que claramente se le queda pequeño para un jugador de su clase. También ha sido criticado por su estilo de vida en un estado muy conservador. Con Rusia parece disfrutar más. Quizás tenga que buscar un nuevo horizonte profesional como el que encontró su amigo-enemigo Pau en Los Angeles.