El presidente del Barcelona, Joan Gaspart, dio ayer muestras de entereza al insistir en que nada ni nadie le moverá de la presidencia y ha asegurado que las puertas de la entidad están abiertas a los disidentes, en clara alusión a los directivos que han mostrado su desacuerdo y el deseo de dimitir.

Joan Gaspart se reunió ayer por la mañana con su vicepresidente primero, Joan Castells, quien le ha trasladado una idea, además de su dimisión (será sustituido por Sixto Cambra): que la directiva convoque elecciones para la primavera, con el objetivo de hacer gobernable el club ante la crisis aguda que vive la institución. Castells aseguró anteayer que si Gaspart no se avenía a este razonamiento, dimitirá. Y así fue.

Gaspart se refirió insistentemente en una improvisada rueda de prensa en el Camp Nou a que las puertas del estadio "están abiertas a aquellos que piensen que se tienen que hacer las cosas de otra manera. Yo los respeto".

MAS REUNIONES

Después de la reunión con Castells, Gaspart se reunió al mediodía con doce de los miembros del equipo que presentó el vicepresidente en las elecciones y que acabaron en el consejo directivo. En este encuentro, el presidente ha querido conocer de los propios interesados qué idea tienen respecto de la posición (no desvelada) de Castells.

El presidente del Barcelona ha garantizado que no adelantará las elecciones y que él no es "ningún irresponsable. Ahora lo que tengo que hacer es aguantar más que nunca. Es mi sentido de responsabilidad. Soy muy consciente y sufro en silencio por lo que acontece en esta entidad. No voy a salir corriendo y desaparecer del mapa".

Joan Gaspart ha asegurado que se someterá a una asamblea extraordinaria de socios el próximo año, sin concretar aún la fecha, para sondear el grado de aceptación que los compromisarios conceden a su acción de gobierno. Para algunos sectores, con esta estrategia Gaspart sólo pretende ganar tiempo y dilatar el problema, mientras que el presidente considera que esta asamblea es el órgano apropiado para legitimarle. El Barcelona sigue en crisis.