Se burla de ellos, los arrolla, los acorrala, juega con sus despliegues, con sus millones, con sus cientos de ingenieros, vuela, acelera, frena, se para a repostar, a cambiar neumáticos, a cargar combustible, más que los demás y, sin embargo, les gana. Fácil, demasiado fácil como para pensar que un día de estos dirá basta y se retirará. No, tal y como gana las carreras, de la forma que las domina, Michael Schumacher no tiene necesidad de retirarse, ni siquiera de pensar que ha llegado el momento de cuidar de su fortuna, mimar a su familia y dedicarse a disfrutar de lo ganado.

Schumi provocó ayer el delirio de 110.000 compatriotas al ganar el Gran Premio de Europa de F-1 con tal facilidad, de manera tan insultante para el mundillo de la F-1, para las otras escuderías, para el resto de constructores, para sus rivales --entre los que se encuentra el español Fernando Alonso (Renault), que sólo pudo ser quinto-- que , que es posible que pronto, muy pronto, obtenga la recompensa que está buscando: proclamarse flamante campeón, por séptima vez, en casa, en Alemania, cosa que no ha logrado en las seis veces anteriores. Para ello, el Kaiser de la Fórmula Uno debería de terminar el Gran Premio de Alemania, el próximo 25 de julio, en su amado circuito de Hockenheim con 60 puntos de ventaja sobre su rival en la lucha por el título, que no será, por supuesto, su compañero de equipo Rubens Barrichello, pues al brasileño le está prohibido, por contrato, acosar al jefe. Schumacher supera ahora por 14 puntos a Rubinho , que no está en la lucha, y por 22 al británico Jenson Button, así que la gesta es posible.

PRONOSTICO DE PATRON Bernie Ecclestone, el patrón del gran circo, pronosticó en Mónaco que su Schumacher ganaba en el principado tenía enormes posibilidades de lograr el pleno del Mundial: 18 triunfos en las 18 carreras que compone el calendario del 2004. Schumi falló en las calles monegascas, un prodigioso Jarno Trulli y un eficaz Renault, al margen del impetuoso Juan Pablo Montoya (Williams-BMW), que empujó al alemán, acabaron con el dominio del jefe de Ferrari. Pero, en efecto, visto lo ocurrido ayer en Nurburgring, tito Bernie, como llaman a Ecclestone en Jerez, tenía razón: no hay quien pueda con Schumacher.

El alemán no sólo es el rey en carrera, también lo es en entrenamientos y fuera de la pista. Por eso el sábado decidió salir a la pista poco cargado de gasolina para obtener el mejor tiempo y liderar la parrilla de salida del gran premio. Era el primer paso para cumplir a rajatabla su estrategia: salir volando al apagarse los cinco semáforos rojos, rodar dos segundos más rápido por vuelta que los demás en los primeros ocho giros, conseguir que alguien --si era Kimi Raikkonen (McLaren-Mercedes), mejor que mejor-- hiciese tapón colocándose a sus espaldas y, una vez obtenida suficiente ventaja, parar a repostar y regresar, curiosamente, justo detrás del pelotón que le perseguía intergrado por Raikkonen, Alonso, Sato (BAR-Honda), Barrichello, Button y Jarno Trulli (Renault).

Schumacher es tan superior, que incluso se permite el lujo de detenerse en boxes una vez más que su compañero. Schumi es tan rápido, domina de tal forma todos los resortes de la Fórmula Uno esta temporada de nuevo.