Hace unas semanas, tuve el placer de mantener una animada charla con una persona que me merece mucho respeto y cuya labor he seguido y admirado desde hace muchos años. Se trata de Gerardo Hierro, histórico maestro del colegio Diocesano que ha tenido mucho que ver en el desarrollo de la prolífica cantera del centro educativo, de la que han salido jugadores como Manolo o Javi Sánchez, por poner los ejemplos más ilustres. Gerardo es uno de esos abnegados amantes del deporte que lo han dado todo durante decenas de años para que los más jóvenes escolares se desarrollen, sobre todo como personas pero también como deportistas, en sus respectivas disciplinas, fundamentalmente en el fútbol y el fútbol sala. Se quejan --también lo ha hecho recientemente en este diario Marciano Jiménez Amaya, otro clásico-- de que estas personas no estén lo suficientemente reconocidas, ni económica ni moralmente. Por mí que no quede: ´chapeau´ para ellos.