El Getafe se atascó en el estreno del mexicano Javier Aguirre en el banquillo del Zaragoza (1-1), que planteó un partido rocoso al equipo de Míchel, incapaz de rematar a un rival que jugó casi toda la segunda parte con un jugador menos por la expulsión del argentino Leonardo Ponzio.

Dos proyectos se enfrentaban sobre el césped del Coliseum. El del Zaragoza, colista, sin el destituido José Aurelio Gay. Era un nuevo inicio, otra era, ya no había miedo de destituciones futuras. Todo lo contrario que en el otro lado, con Míchel escuchando rumores de cambio en caso de derrota. Al final, todo acabó en tablas, pero el Getafe mostró una imagen diferente, más sobria y más equilibrada. Eso sí, sigue sin gol, y es alarmante.

Los madrileños saltaron al césped con muchas ganas de dar un puñetazo encima de la mesa. Quería demostrar que los seis partidos consecutivos sin ganar eran un accidente. Y, en un principio, le salió muy bien la jugada. Ofreció otra cara, alejada de la falta de acierto de sus últimos encuentros.

con la posesión absoluta del balón, los hombres de Míchel marearon durante los primeros 45 minutos a su rival. Con paciencia, de un lado a otro del campo, hicieron correr al equipo de Aguirre. Se nota que el mexicano necesita Tiempo para concretar sus ideas. En el Coliseum se limitó a mantener las líneas muy compactas y a salir al contragolpe. No hizo nada más. Jugó con fuego, y le salió bien.

Y es que las estadísticas del primer tiempo fueron contundentes. El Getafe disparó ocho veces a portería, una de Pedro Ríos muy peligrosa, por una del Zaragoza, que acabó en el fondo de la red. Mucha culpa de ello tuvo el portero Jordi Codina, que no leyó bien un patadón de la defensa aragonesa.

El Getafe intentó espabilar en la reanudación. Míchel sustituyó a Javier Casquero por Jaime Gavilán y el extremo zurdo revolucionó a sus compañeros.

Reaparecía el valenciano después de una tediosa lesión muscular y su primera intervención culminó en un córner que remató al larguero Rafael López con un cabezazo. Segundos después, una patada de kárate de Sinama sobre el mismo Gavilán fue causa suficiente para que el árbitro señalara un penalti que transformó Adrián Colunga. Lo siguió intentado el equipo de Míchel, pero se atascó.