La Copa Davis se mira, se mira y ya casi se toca. Falta un punto para conseguir la segunda ensaladera de plata, pero lo más dificil ya está hecho. España acabó la primera jornada de la final ante EEUU con un marcador contundente: 2-0. Dos mallorquines, Carlos Moyá y Rafael Nadal, certificaron una ventaja que no se puede escapar. Ahora sólo falta que caiga el último punto para celebrarlo a lo grande en el estadio de La Cartuja de Sevilla.

El propio Nadal y Tommy Robredo podrían conseguirlo hoy en la primera oportunidad de las tres que se le presentan a España. Para lograrlo, deben ganar a los gemelos Bob y Mike Bryan, uno de los mejores dobles del mundo. Si no lo consiguen, tampoco pasará nada. Mañana, domingo 5 de diciembre del 2005, será la fecha que quedará para apuntar en la historia del deporte español con letras de oro. El día en que España debe lograr su segundo título en la Copa Davis.

UNA CALDERA Ayer los 27.000 espectadores que llenaron las gradas del espectacular escenario ya tuvieron un adelanto de la fiesta que les espera. Moyá puso en marcha la caldera a pesar de que el termómetro de la pista marcaba cinco grados, en un día gris, lluvioso y húmedo que helaba el cuerpo de cualquiera.

El número uno español hizo lo que debía: ganar el primer punto al estadounidense Mardy Fish por 6-4, 6-2 y 6-3. Pero quien puso a tope esa caldera de pasiones fue Nadal con la victoria ante el número dos del mundo y la gran baza de los estadounidenses, Andy Roddick, al que envió al vestuario después de casi cuatro horas de un combate sin cuartel en el que se impuso por 6-7 (6-8), 6-2, 7-6 (8-6) y 6-2.

"Este es mi niño!" gritó una voz femenina desde lo alto de las gradas, en los asientos donde el tenis se intuía y se escuchaba más que se podía ver. Pero no era el niño de esa mujer, no, ayer Nadal era el niño de todos los aficionados que vieron en directo el recital de tenis que ese imberbe y valiente mallorquín, de apenas 18 años, estaba dando en La Cartuja. Nadal fue ayer el niño de los millones de espectadores que en ese momento habían quedado atrapados ante la pantalla de su televisión, admirados de la exhibición que estaba dando ante Roddick.

Nadal era dinamita pura. Ni por un momento se le arrugó su musculado brazo izquierdo ante la presión que suponía jugar un partido en el que estaba en juego gran parte de la eliminatoria. La victoria de Roddick habría complicado mucho la reconquista de la Copa Davis y Nadal entró en la pista con la misión más difícil. Nunca se arrugó.

LA MEJOR APUESTA Jordi Arrese, Juan Bautista Avendaño y Josep Perlas, el G-3, habían apostado por él y el mallorquín no les defraudó. Si había alguna duda del cambio Juan Carlos Ferrero por un joven de 18 años, ayer éste las disipó a golpe de raqueta. "Se tenía que ganar y se ha ganado. Estoy muy contento. Y también muy cansado", dijo. Y cómo ganó. A lo grande, sin miedo. Consciente de su responsabilidad y dispuesto a no defraudar ni al público, ni al G-3, ni a él.

En el bando estadounidense la derrota de Roddick cayó como un jarro de agua fría. Patrick McEnroe confiaba en su número uno, pero ayer aún no estaba dispuesto a sacar bandera blanca. "Nos han ganado dos partidos pero que yo sepa, la última vez que leí el reglamento de la Copa Davis se debían ganar tres puntos y aún podemos ganarlos". Mucho deberán esmerarse los estadounidenses para levantar un resultado tan contundente. Hoy los gemelos Bryan no pueden fallar. Ese es su punto más seguro, pero todo puede pasar.