Sigue siendo el Cacereño el equipo menos goleado del grupo, pero a su técnico le preocupa que los rivales últimamente apenas necesiten «media ocasión» para perforar su portería. «En los últimos partidos cada vez que llegan es gol y ahí nos cuesta mucho», se aventuró a decir Adolfo Muñoz tras dejar escapar dos puntos del Príncipe Felipe ante la UP Plasencia.

No es que le hagan muchos goles al Cacereño -sus números dicen que encaja uno cada 199 minutos, más de dos partidos-, pero el preparador cree que para las ocasiones que generan sus rivales, les marcan demasiados. Ha habido partidos, como Calamonte o Fuente de Cantos durante este mes, en los que su portería no ha corrido peligro en ningún momento, ni un solo lanzamiento entre los tres palos. Tampoco le creó peligro alguno la UPP, pero en una medio ocasión vio puerta. «Le pegué y dije para donde vaya y dio la casualidad de que entró», confesó tras el partido Juanito, el goleador del conjunto placentino.

El tanto de Juanito frenó la racha del CPC de siete partidos seguidos ganando y recortó su diferencia al frente del liderato, pero más que eso a Adolfo Muñoz parece preocuparle las dificultades de los suyos para marcar. Se está encontrando rivales muy cerrados, tanto en el Príncipe Felipe como fuera, y aunque generan muchas ocasiones, también desperdician muchas.

Pero aunque al técnico le parezca que últimamente encajan demasiados goles, el Cacereño es, junto a la Gimnástica Segoviana (Grupo VIII), el líder que menos tantos ha recibido, 14 en 31 partidos. Ninguno de los dos es el menos goleado de la Tercera División, privilegio que ostenta el Formentera, del Grupo XI, con 13 tantos en 32 jornadas.

En el caso del CPC, más de la mitad de esos 14 goles (8) los ha encajado en el Príncipe Felipe, donde además ha jugado 16 partidos. Fuera, 15 jornadas, solo ha recibido 6. A ninguno de los otros equipos de play off les sucede eso: el Badajoz ha recibido 8 goles en el Nuevo Vivero y 8 fuera; el Jerez, 9/12; y el Coria, 7/16.

En el capítulo de goles marcados, Kevín volvió a ver puerta el domingo. «Soy un enfermo del gol y cada vez que marco es una alegría», decía, aunque no la manifestaba, pues su equipo había dejado escapar dos puntos. «Siete partidos es muchísimo, todo lo que nos queda es complicado», añadía respecto a la ventaja al frente del grupo. Y para que no haya dudas sobre el compromiso de la plantilla, apuntó: «Entrenamos como si fuésemos los segundos».