Ya hace un año que te fuiste y todavía no sabemos cómo llenar el hueco que dejaste. Estás presente en muchas de nuestras conversaciones y a veces nos quedamos mirando la puerta del vestuario esperando a que aparezcas con ese genio tuyo tan característico y con esa desenvoltura que te servía para llenar con tu sola presencia un campo de rugby transformándolo en mucho más que una hectárea de césped con rayas blancas.

A veces, cuando quedamos para ver un partido por la tele, nos quedamos con cierta sensación de vacío porque no escuchamos los comentarios tan precisos de quien, como tú, era capaz de ver lo que escapaba a los demás. Pero sobre todo te echamos de menos cuando después de jugar un partido, en el tercer tiempo, miramos a nuestro alrededor y notamos que nos falta algo; porque si sentimos mucho la ausencia del jugador-entrenador, más lamentamos no poder contar con la persona que se granjeó la admiración por sus cualidades humanas.

A pesar de todo sabemos que, de algún modo, estás con nosotros porque el trabajo que hiciste continúa y todo lo que aportaste al club hace que tu impronta impregne cada una de las actividades que llevamos a cabo. Creo uqe te alegrará saber que este año nos hemos clasificado para jugar la fase de ascenso y que todos los jugadores están deseosos de hacer un buen papel en ella para poder dedicarte algo que, si se consigue, será en gran medida gracias a la labor que llevaste a cabo aquí.

Por último quiero hacerte llegar allá donde estés que tu familia está bien. Tus hijos, a los uqe adorabas, crecen felices gracias a su mujer, Marta, quien en toda ocasión nos contagia su fortaleza, y a los muchos amigos que tenéis.

CAR CACERES