La formación delos árbitros jóvenes ylos ´aficionados´en Extremadura

Desde luego, no pretendo aquí valorar la calidad de los árbitros extremeños. Mi intención es denunciar una situación que se me antoja errónea desde hace tiempo. A los que nos tomamos el fútbol como una manera saludable de ocupar nuestro tiempo libre no nos importa en absoluto la presencia en la banda de jueces de línea menores de edad (incluso hasta de 12 años) y jugamos nuestro partido sin darle la menor importancia.

El problema es que los que nos tomamos el fútbol así somos sólo unos pocos y, desgraciadamente, los campos de fútbol regional llenan sus gradas con gente que parece no tener valores ni educación y no dudan en arrimarse a la banda donde se coloca el linier más joven para aprovechar su poca experiencia y poder presionarle, influir en sus decisiones.

Allí, y bajo un estado mental modificado por el alcohol, se pasan la tarde insultando y amenazando a los chavales cada vez que levantan el banderín. Evidentemente esta situación para un adulto puede ser sólo desagradable, pero en un niño se convierte en una situación de riesgo que hace tambalear su formación como árbitro y, sobre todo, como persona.

Por eso ruego a las autoridades competentes se replanteen la situación de formación arbitral, y pediría a los indeseables de la banda que recuerden que todos hemos sido niños alguna vez y hemos sentido de forma totalmente diferente a como lo hacemos ahora.

Ahora me permito sugerir como licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte que la formación arbitral comience arbitrando a niños de su edad y no tengan prisas en llegar a estas categorías hasta no estar formados. Si queremos formar árbitros éste no es el camino. Si queremos formar personas, tampoco.

VICTOR J. GIL. Cáceres