A Pavel Ermolinski le han pasado cosas llamativas en su carrera: coincidir con su padre, Alexander, jugando en el mismo equipo; debutar en la ACB con 19 años con el Unicaja de Scariolo o acumular varios triples dobles en competiciones internacionales con Islandia. En el Cáceres 2016 ya puede contar otra batallita a sus nietos: empezó como base titular y hoy por hoy, apenas dos meses después, es el jugador menos utilizado por Gustavo Aranzana.

Es una obviedad que el nuevo entrenador no cuenta con él. En tres de los cinco partidos que ha dirigido no ha llegado a sacarle a la pista, mientras que en los otros dos su participación ha sido testimonial (4:56 contra el León y 3:05 ante el Mallorca), sin anotar ni lograr ninguna estadística positiva. Alex González y Perico Sala, a los que superaba en protagonismo en el arranque liguero, son los hombres de confianza ahora para subir y distribuir el balón. La mejoría del primero respecto al arranque está resultando espectacular y su liderazgo va creciendo sobre la cancha. El segundo aún no está fino físicamente, pero al menos asegura oficio.

A Aranzana le gustan algunas de las cualidades de Ermolinski, un director de juego de condiciones físicas excepcionales (2,02), pero estima que no es el momento para que pueda desarrollarlas en un momento de mucha presión por ganar para el equipo. No se descarta que si la situación continúa así, el jugador --un chico educado, callado y que no ha protestado por su incómoda situación-- sea invitado a buscar equipo con el argumento de no frenar su progresión. Lejos quedan momentos brillantes como los que tuvo en Lugo, cuando en 19 minutos logró 11 puntos, 9 rebotes y 4 asistencias.