Joven, con solo 23 años, Sebastian Vettel, dicen, está llamado a ser el futuro campeón de campeones. Está llamado a ser, de hecho muchos lo llamaron así, el nuevo Alonso, pero ayer, bajo los focos de Singapur, el viejo Alonso le dio toda una lección. Vettel, incapaz de convertir en victorias su enorme dominio en las calificaciones del sábado (ha logrado nada menos que siete poles y solo fue capaz de convertir en triunfo esa privilegio en el circuito de Valencia), debería de haber aprovechado con mayor inteligencia, prudencia y manos el monoplaza que han puesto en sus manos pues ese coche es, con diferencia, el mejor de la parrilla.

Si Hamilton es impulsivo por naturaleza y toda la presión que soporta es la que se impone él fruto de su agresividad, Vettel está fallando porque no puede soportar la presión que tiene sobre sus hombros, pues todo el mundo sabe que era el elegido para la gloria. Ayer supo, por vez primera, conformarse con un segundo puesto y empezó a aprender de su colega Webber. "Solo hay que mirar la trayectoria de Fernando (Alonso) para darnos cuenta de que esto puede cambiar en dos carreras y hasta en una".