Unos 150 millones de euros (casi 25.000 millones de pesetas) invertidos en un circuito, en una sola carrera. Hamad ben Issa Al-Khalifa, cuyo acceso al trono del reino de Bahrein acabó con cinco años (de 1994 a 1999) de graves y mortales incidentes antigubernamentales, se comprometió ante Bernie Ecclestone a levantar, en mitad del desierto de esta pequeña isla del golfo Pérsico, un circuito en tan sólo 18 meses. Observado a vista de pájaro, el trazado parece depositado allí por la mano de Dios o de Alá. Se trata de una serpentina de asfalto rodeada de arena.

Bahrein fue un protectorado británico hasta 1971, cuando alcanzó la independencia y se convirtió en un emirato. El jefe de Estado es el emir. No hay un sistema de partidos y no hay elecciones. Tiene una población de 670.000 habitantes.

Herman Tilke, uno de los gurús del diseño de circuitos, dejó muy claro desde que empezó a emborronar folios para construir esta joya que la gente tiene que darse cuenta de que se encuentra "en medio del desierto". "Lo hermoso que tiene ir a Bahrein", decía el miércoles Fernando Alonso mientras daba a pie la primera vuelta al trazado, "es que todo, todo, es nuevo para nosotros. Todos empezamos de cero y, en ese sentido, la intuición, la habilidad y el genio pueden contar a la hora de adaptarse más o menos rápido que los rivales".Temor a atentadosHacia cinco años que la F-1 no estrenaba un trazado. El último fue en Malaisia (1999). El siguiente a Bahrein se supone que será Pekín. Hay quien recuerda ahora que de la misma forma que el estreno de Hungria-86 sirvió para que la F-1 penetrase en la Europa del Este, Bahrein puede ser la puerta al mundo árabe. Un mundo, dicen, que ha extremado más que nunca las medidas de seguridad. "Hay que evitar actos de violencia o sabotaje en una cita que ha de ser histórica y ejemplar", declaró la pasada semana el rey de Bahrein. Ha ofrecido a Michael Schumacher la posibilidad de hospedarse en su palacio. Schumi ha rechazado la propuesta y medita si acepta una limusina así como la protección de una guardia real. "La Fórmula-1 quiere estrechar lazos de amistad con todo el mundo", comentó el alemán al conocer el temor a atentados difundido por la prensa popular británica. "Somos emisarios de la paz", añadió.La arenaGracias al refinado a gran escala del petróleo en la década de los 70 y, más tarde, a la prudente expansión en los negocios y la banca, Bahrein se ha enriquecido a una escala que no encaja con sus pequeñas dimensiones. "Incluso aquellos que están acostumbrados a los lujos de la F-1 encontrarán este gran premio faraónico, lujosísimo", explicó Marc Gené, el único que hace unos días pilotó en el nuevo trazado de Bahrein en su calidad de piloto probador.Gené, que descarta que los monoplazas vayan a tener problemas con la arenilla que invade el trazado ("la arena, eso sí, hará que los neumáticos se agarren menos"), elogia el diseño de este amplio circuito:

"Hay que evitar actos de violencia o sabotaje en una cita que ha de ser histórica y ejemplar", "La Fórmula-1 quiere estrechar lazos de amistad con todo el mundo", "Somos emisarios de la paz",

"Incluso aquellos que están acostumbrados a los lujos de la F-1 encontrarán este gran premio faraónico, lujosísimo",

"la arena, eso sí, hará que los neumáticos se agarren menos""Sus cuatro rectas ofrecen muchas posibilidades de adelantamiento, cosa cada vez más difícil de encontrar en los tradicionales trazados y, además, todas ellas están precedidas de curvas muy cerradas, que permitirán a los pilotos pegarse al coche delantero sin temer perder la carga aerodinámica".Gené prevé que Ecclestone deba trasladar a Bahrein a gran parte del personal técnico: "Allí están muy verdes en lo que es la competencia pura y dura", dice, aunque elogia la calidad de la instalación, la amabilidad de sus gentes y reconoce que los responsables de este montaje se han salido con la suya:

"Allí están muy verdes en lo que es la competencia pura y dura", "Si la intención era impresionarnos, la verdad es que lo han conseguido".