Todos parecen haberle puesto la proa a Fernando Alonso. El extraño, conflictivo, polémico y personal comportamiento del bicampeón español ha alertado a los grandes equipos de F-1, los únicos que podrían hacerse cargo de su impresionante ficha, para eludir cualquier compromiso de futuro con él.

Las ganas que tiene Alonso de meterse en todos los charcos le han convertido en la diana de la prensa británica (de la mano de Dennis) y alemana (con la autorización de Mercedes). Mientras unos piden su despido fulminante, otros denuncian que el asturiano intentó primar a la docena de mecánicos que trabajan solo para él.

Ferrari ya le ha cerrado las puertas y más por verse implicado en el caso de espionaje. Mario Theissen, jefe de BMW, le esperó hasta Hungría y, de inmediato, confirmó a Nick Heidfeld y Robert Kubica para el 2008. El pasado fin de semana, en Bélgica, Alonso contactó con Red Bull, pero su dueño, el multimillonario austriaco Dietrich Mateschitz, dueño de la firma Red Bull, dijo ayer que "no necesita" a Alonso. Como última salida, siempre le quedará Renault, donde Flavio Briatore quiere echar a Fisichella.