"El día que no esté Cruyff hay algún otro loco dando vueltas por ahí y al que habrá que escuchar porque tiene la piedra filosofal en el bolsillo". La frase es de Jorge Valdano y se refería a Pep Guardiola, el entrenador que ha sacado el Barça de su depresión con una sencilla receta: recuperando el ADN del fútbol azulgrana.

Antes de que a principios de mayo del 2008, el presidente del club Joan Laporta, anunciara oficialmente que Guardiola sería el entrenador de la siguiente temporada, el barcelonismo vivió con recelo la noticia .

Guardiola, el santo y seña del Dream Team , tenía un innegable pedigrí como futbolista, tanto como inexperiencia como entrenador. De hecho, Pep Guardiola (Santpedor, 1971) se inscribió para obtener el título de entrenador en el verano de 2006 y un año después lo logró.

Carrera meteórica

Su primer trabajo en el banquillo fue el que le ofrecieron en el filial barcelonista, que jugaba en Tercera. El equipo conquistó el título y el ascenso, a las primeras de cambio.

En una carrera meteórica, Guardiola sonó como sustituto de Frank Rijkaard, después de que se mostrara finiquitada la política deportiva del holandés, incapaz de manejar el vestuario, repleto de estrellas que estaban de vuelta después de ganar el doblete (Liga y Liga de campeones) en la temporada 2005-06.

El entrenador novato vivió un inicio complicado, después de que debutara en la Liga con una derrota ante el Numancia en Soria y en casa acumulara un empate a las primeras de cambio ante el Racing de Santander.

Pero él tenía un plan y estaba dispuesto a morir con su idea. "La gente estará orgullosa porque verán que los jugadores lo dan todo en el campo. El equipo correrá y se esforzará. Perseveraremos", dijo. Y ha llevado hasta la última instancia sus fundamentos.

Guardiola ha transformado el modus operandi del equipo, ha cambiado las dinámicas de trabajo de sus jugadores y también de los medios de comunicación. Los entrenamientos, salvo el cuarto de hora inicial, son a puerta cerrada; no ha concedido ni una sola entrevista, los jugadores están obligados a comer juntos en las instalaciones del club y muchas veces ordena los desplazamientos el mismo día que se disputa el partido.

Tampoco a Guardiola le gustan las concentraciones y, el mismo día del encuentro, sus futbolistas se entrenan, comen juntos y se van a casa hasta un par de horas antes de que dé comienzo el partido en el Camp Nou.

A los escépticos, Guardiola se los empezó a ganar el día en que aseguró que creía en "el trabajo, el esfuerzo y el talento", una manera de decir, sin abrir boca, que los días de autocomplacencia vividos en el pasado, con más sesiones en el gimnasio que sobre el césped, habían pasado a mejor vida.

Previó un "trayecto duro", pronosticó un trabajo "complicado pero gratificante" y no dejó ni un atisbo de dudas cuando aseguró que los aficionados del Barça, al final, estarán orgullosos de su equipo.