Cuando Ángel Torres, presidente del Getafe, describió a Daniel Güiza "como el mejor definidor de la Liga sólo por detrás de Ronaldo", el mundo del fútbol no pudo aguantar alguna que otra carcajada. Casi tres años después, el delantero jerezano, muy humilde en sus orígenes, ríe desde su particular cima, la de la selección española, a la que llega por primera vez tras destaparse en el Mallorca como un gran goleador.

Pero el camino de Güiza no ha sido fácil. Nacido en 1980, en la localidad gaditana de Jerez de la Frontera, alguna vez reconoció, medio serio medio en broma que procede de una familia "humilde y de chabolas". Durante su infancia, igual que muchos niños de su ciudad, vivió prácticamente en la calle. En el colegio, era "de los malos y los golfos" y los estudios nunca le interesaron. Tal vez fue el deporte el que salvó a Güiza de la mala vida. Con cinco años dio su primera patada a un balón. A los siete, comenzó a jugar al fútbol sala con un equipo de su barrio. Con nueve, fue entrenado por el ex jugador del Atlético de Madrid Kiko Nárvaez. Desde entonces, se convirtió en su gran ídolo al que homenajea haciendo "el arquero" cada vez que marca un gol.

Su primer equipo fue el Xerez, donde militó en sus categorías inferiores. Su olfato goleador no pasó desapercibido y el Mallorca le dio la oportunidad de jugar en Primera División. Debutó ante el Espanyol en Son Moix un 2 de abril de 2000. Tenía 20 años y una juventud demasiado acusada. La noche, aquella de la que una vez dijo "que confunde a los futbolistas", frenó su progresión. Incluso en una entrevista con la Agencia EFE, desveló haberse quedado dormido en alguna sesión de vídeo proyectada por Luis Aragonés y el alemán Bernd Krauss, técnicos del Mallorca en los tiempos en los que Güiza daba sus primeros pasos como profesional.

Aquello no cuajó. Su primera aventura no iba bien. El club que siempre quiso, al que nunca olvidó, no podía con el poco cuidado que Güiza tenía hacia él mismo. Entonces fue cedido al Dos Hermanas de Segunda División B. De allí regresó al Mallorca B, desde donde volvió a dar el salto al primer equipo. En la temporada 2001-2002 jugó cinco partidos. Un año después, otra vez con en el filial, marcó nueve goles en 25 encuentros. Pero esa primera etapa de Güiza no funcionaba. Algo fallaba. Y fue cedido de nuevo. En un año, jugó en dos equipos. Primero, en el Recreativo de Huelva. Después, en el Barcelona B. Toda una locura para la estabilidad de un futbolista. Entonces apareció el Ciudad de Murcia, club que finalmente le dio la estabilidad necesaria para demostrar la clase que atesoraba. Con el conjunto murciano anotó 37 goles en dos temporadas. El presidente del Getafe no pudo contenerse y pagó 800.000 euros por un futbolista excepcional. Aquella cifra fue la más alta que nunca había desembolsado el club madrileño por un jugador. En las dos temporadas con la elástica "azulona", Schuster supo aprovechar el potencial del delantero, aunque no faltaron algunos sobresaltos.

Sus nueve goles en su primer año en Madrid no convencieron. Casi la mitad de la siguiente campaña la pasó en un hospital convaleciente por una úlcera en el estómago. El jerezano volvía a fallar, pero como siempre, renació de sus cenizas. Despertó de su letargo gracias 16 goles entre Liga y Copa. Nadie en Getafe olvida la noche que brindó con dos tantos en el histórico 4-0 de semifinales de Copa ante el Barcelona. En la final de aquella competición sufrió uno de los peores momentos de su carrera. Vertical y efectivo delante del portero como ninguno en la Liga, falló en un mano a mano ante Andrés Palop, portero del Sevilla. Su equipo perdió la final, y abandonó el Getafe por la puerta de atrás, de forma extraña y llorando.

Ahora, en el Mallorca y a punto de ser padre junto a la "famosa de corazones" Nuria Bermúdez, Güiza ha encontrado por fin la estabilidad para desarrollar su calidad. Seis dianas en la Liga avalan su gran estado de forma. Tal vez su novia tenga algo que ver. Un día lo dijo Schuster: "Desde que está con ella, en los entrenamientos no parece que venga de dormir de debajo de un puente".