Ese muchacho «es humano, muy humano», como él mismo reconoció ayer, antes de subirse al podio, y confesar que, a mitad de temporada, tras los desastres de Le Mans (caída), Mugello (6º) y Barcelona (2º), «empezó a caérseme el pelo de los nervios, supongo, de la presión, digo yo, no sé, de estrés».

Todo empezó cuando, después del GP de Catalunya, cuando sufrió ¡hasta cinco caídas!, se fue a cortar el pelo al local de su peluquera favorita. «En Montemeló, quedé segundo, sí, sí, pero los nervios de las caídas, los problemas con la moto, me había provocado muchos nervios, que me había comido yo solito, pues no quería que nadie, ni siquiera mi equipo, me lo notase».

¿Te pasa alguna cosa, Marc? ¿Estas nervioso por algo, si no quieres no me lo cuentes?, le dijo su peluquera. «No, no, por qué». Bueno, es que se te está cayendo el pelo por aquí, por el cogote. «¡Qué dices! ¿No me iré a quedar calvo, verdad? Mi padre y mi abuelo tienen mucha pelambrera, no puede ser». No, no, tranquilo, no pasa nada, deben ser los nervios. ¿Los nervios? Márquez cogió su flamante BMW, el que ganó el año pasado por ser el que más poles positions consiguió y se fue, como un cohete, como una bala, al Institut Dexeus, de Barcelona. «Ángel, Ángel, anda, mírame esto, que dice mi peluquera que se me está cayendo el pelo», fue el grito de Márquez al entrar en el despacho del doctor Charte. «Tranquilo, Marc. Todo es fruto de los nervios, del estrés. No pasa nada, ponte estas cremitas y, en cuanto pongas la moto en su sitio, tendrás un pelo como el de John Lennon», le dijo el médico.

El susto perdura. Márquez lució ayer buen pelo en la fiesta final de curso del Mundial, «pero he de tomarme las cosas con más calma, no tiene sentido que me coma los nervios y acabé calvo». Lo cierto es que este ha sido un título muy difícil y costoso, muy costoso, de ganar, con rivales durísimos problemas inesperados y grandes remontadas, pues llegó a estar a 37 puntos de Viñales y a 16 de Dovi.