El Plasencia Galco volvió a convertirse en la bestia negra del León, que todavía no sabe lo que es vencer al conjunto extremeño en la LEB y que dio un paso atrás muy importante para lograr el objetivo de su clasificación para la Copa del Príncipe.

Como un ciclón, al máximo de revoluciones e intensidad, inició el encuentro un Plasencia que quizá mirara al banquillo local y al ver vestidos de calle al base Pedro Rivero y al ala-pívot Dani García, considerase que el camino estaba más allanado para intentar sorprender a un sólido Baloncesto León.

Los locales, que tan sólo habían cedido en su terreno ante Los Barrios y que acumulaban una excelente racha de diez victorias en los últimos once encuentros, cediendo tan sólo en la pista del Fuenlabrada, no afrontaron con la misma concentración el choque y ello se tradujo de inmediato en el marcador.

En un suspiro, tres minutos, el marcador reflejaba un 2-11 que obligaba al técnico local, Angel Jareño, a solicitar un tiempo muerto para detener la sangría anotadora de un Plasencia en el que todos aportaban.

DESPEGUE Ni el parón de un minuto, ni los cambios impedían a los extremeños abrir la brecha hasta una máxima renta de 11-28 a poco para el final del primer cuarto y de inicio en el segundo, la ventaja aún se mantendría hasta que Jareño ordenó una defensa zonal que atascó al conjunto de Dani García.

Su pareja Brown-Victor mantenía a su equipo en los momentos de mayor espesura ofensiva, sin que la ventaja decreciera de una manera preocupante, porque tampoco el León creaba peligro en el lanzamiento exterior y solo vivía de las acciones aisladas en un juego sin coherencia.

Al descanso 32-43 y el mejor ataque de la LEB sin encontrar como romper el entramado defensivo diseñado por García que encontraba los primeros problemas serios con la tercera y cuarta falta personal casi consecutivas del leonés Mario García que le obligaban a sentarle.

Las diferencias tan pronto se estrechaban, en torno a los ocho o diez puntos como se volvían a ampliar 46-61, 50-61, al finalizar el tercer cuarto, entrando en el último y definitivo con los minutos leoneses en los que mostraron una mayor intensidad, con una defensa más agresiva en todo el campo que desconcertó unos instantes al Plasencia.

Sin embargo, cuando todo parecía conducir a un final apretado, 64-69 y 67-72 a menos de cuatro minutos para el final, apareció de nuevo la pareja foránea del equipo visitante para solventar los apuros y marcar una ventaja casi definitiva de nueve puntos 73-82, antes de entrar en el carrusel de personales, donde los de Dani García apuntalaron, pese a algún error, su victoria.

La diferencia en la valoración de ambos equipos, 108 para los visitantes, por tan solo 66 del León, dejó clara la diferencia de aportación entre unos y otros en el choque.