Mourinho tiene prisa por cambiarle la cara al Madrid. El nuevo hechicero de Florentino Pérez se ha metido de lleno en su papel de salvavidas desde el primer día y ya ha desempolvado su librillo para rescatar al equipo de la nada. Ritmo y balón en dobles sesiones y una exigencia máxima.

Después de dictar sus estrictas normas a los jugadores, Mou se puso manos a la obra. Ni un segundo de respiro hasta exprimir el sudor de los 11 jugadores que tiene a su cargo, ya que a la sesión vespertina se unió Pedro León, presentado ayer.

El mismo día en el que Pérez felicitó a Del Bosque por la consecución del Mundial, Mourinho se puso el traje de faena. No hay duda de que el técnico portugués vive para el fútbol. El entrenamiento estaba previsto para la 9.30 horas, pero 20 minutos antes pisaba el césped de Valdebebas y agrupaba los balones ante la atenta mirada de un centenar de periodistas.

No hay duda de que el galáctico es él. No ya porque el Madrid esté fichando jugadores terrenales, sino porque Mourinho manda hasta en los lavabos de Valdebebas. Meticuloso con el guión del ensayo y siguiendo de cerca los estiramientos de los jugadores tras la sesión, el nuevo técnico blanco lucía un polo con las iniciales J.M. en su pecho. Solo le faltó lucir la estrella de sheriff, pero todo se andará.

Con la pizarra en la mano, el entrenador portugués no paraba de dar ordenes. Su voz se alzaba fuerte y directa sobre los jugadores. "Juéguela. Vamos Lass Otro balón. Presiona, presiona. Bien Mahamadou", gritaba el técnico portugués en los partidillos.

Aitor Karanka, su nuevo ayudante, no perdía detalles sin dejar de mirar a su jefe por si ordenaba algo. Previamente, Mourinho le había dado a sus ayudantes unas hojas con la secuencia del entrenamiento. Antes, los jugadores demostraron haber aprendido perfectamente las ordenes. La puntualidad es otra de las obsesiones de Mourinho. Si un jugador llega un minuto tarde, no se entrena con el resto.

Para dar ejemplo o, simplemente, al saber que el técnico estaba en el campo, los futbolistas saltaron al césped 10 minutos antes de la hora prevista. Alguno sorprendió por la pérdida de su figura, como Marcelo, al que seguramente Mou puso a dieta, ya que los jugadores y el cuerpo técnico comieron juntos antes de iniciar la sesión vespertina. Por la mañana, después de la charla previa del técnico y un circuito físico, el balón ya había tomado todo el protagonismo.