No es que la carrera de José Manuel Calderón se esté yendo a pique: disputa (con un contratazo ) la mejor liga baloncestística del mundo, conserva un fiero espíritu competitivo y sus problemas físicos son pequeños, aunque lo suficientemente importantes como para apartarle del Mundial, como es el caso. Sin embargo, el base nacido en Villanueva de la Serena, el que probablemente pueda ser considerado el mejor deportista extremeño de la historia, no pasa por un buen momento y en este 2010 casi nada le sale bien.

Quedarse sin ir a Turquía a intentar revalidar título por una lesión muscular producida en el último cuarto del último partido de preparación es, como mínimo, para pensar si alguien le está haciendo vudú. En lugar de como un castigo físico, Calderón había afrontado la selección española como un bálsamo reparador después de una temporada aciaga con los Toronto Raptors, la quinta de lo que hasta ahora había sido una trayectoria ascendente en la NBA. Estar rodeado de sus amigos, en una dinámica ganadora, podía tener un efecto euforizante para él, que por segunda temporada consecutiva se había quedado sin disputar los playoffs en el club canadiense. A título individual, los palos de prensa y aficionados han aparecido prácticamente por primera vez en su carrera: algún medio dijo que era el peor base en defensa de la NBA y otros exigieron su traspaso. Los números cantan: de 12,8 puntos y 8,9 asistencias en 34,3 minutos en la campaña 2008-09 a 10,3 y 5,9 en 26,7 en la 2009-10. Aunque es una persona fría, se nota que tanta derrota y tanta crítica le han afectado: de batir el récord histórico de porcentaje en tiros libres (aquel histórico 98,1%) a acreditar el peor de su lustro en América (79,8%). Siempre ha intentado mantener la sonrisa, pero no siempre lo ha conseguido.

Toronto se ha desenamorado de él y se lo ha querido quitar de encima, pero los 23 millones de euros que tiene firmados hasta el 2013 los tiene garantizados. Estuvo a punto de salir a principios de julio, pero el traspaso a los Charlotte Bobcats --un club donde quizás podría sentirse relanzarse amparado por Michael Jordan, uno de sus propietarios-- se abortó en el último momento. "Me gustaría seguir en Toronto, estoy bien allí", dice una y otra vez. Pero los Raptors parecen encaminados a otra temporada perdedora --su líder, Chris Bosh, se ha marchado a Miami-- y Calde aún conserva un valor en el mercado, pese a todo.

Problemas físicos

Su descenso en el rendimiento suele achacarlo su entorno a múltiples dificultades en el plano físico: una vez un dedo fracturado, otra una distensión muscular... Ninguna de ellas parece lo suficientemente importante como para amenazar su carrera. De todo eso quería limpiarse el verano pasado, cuando, con evidente disgusto, renunció a acudir al Eurobasket de Polonia. En el vestuario celebró con sus compañeros un oro y se dijo a sí mismo que no volvería a perderse toda la intensidad de un momento así, pero no podrá cumplir su promesa.

Durante la preparación para el Mundial surgió un debate lógico, aunque incómodo: ¿quién debía ser el base titular? Ricky Rubio llegaba emergente, evidenciando su calidad y frescura en cada jugada, pero Scariolo continuaba confiando mucho en el extremeño. Los minutos los repartía casi equitativamente.

Lo más curioso es que el bache profesional coincide con un momento personal indudablemente feliz: el reciente nacimiento de su primer hijo, Manuel. Su imagen en Extremadura --donde es un ídolo y un referente para niños y mayores-- y en buena parte del baloncesto mundial sigue intacta. El adolescente que se fue a la lejana y desconocida Vitoria con apenas 14 años ya ha demostrado muchas veces que cuanto peor le va, más fuerzas saca de sí mismo para rebelarse contra la adversidad.