Hay una subasta, la real, la de los alrededores de Saint-Denis donde se negocian a precio de oro las entradas para la final de mañana de la Liga de Campeones entre el Barcelona y el Arsenal, y luego está el otro mercado, el virtual de internet, pero en uno y otro hierve la reventa. Hasta 2.000 euros dicen que se pagan por una localidad.

Un precio que subirá a medida que se acerque la hora del partido, porque faltan por llegar la mayoría de los aficionados que han programado viajar a la capital gala sin entrada.

La inflación se nota por minutos y las entradas se han convertido en un objeto tan cotizado que dos encapuchados decidieron jugar en la noche del lunes al Billy el Niño y asaltar armados el Ayuntamiento del Saint-Denis en busca del botín de las pocas (150) entradas que atesoraba el alcalde.

Mantuvieron secuestrados a 13 concejales durante unos minutos y no se interesaron ni por sus carteras, ni por sus relojes, ni por sus joyas. Sólo querían las entradas.

Se marcharon con las manos vacías, pero su acción ha puesto en guardia a las autoridades, que multiplican los llamamientos de atención contra la compra de entradas en la reventa. Todas tienen un código de barras así que, advierten los responsables, no sería difícil anular las que sean sustraídas por la fuerza. "Tengan cuidado con lo que compran no les vaya a salir el tiro por la culata", afirman.

Didier Paillard, alcalde de Saint-Denis, el municipio que acoge el Estadio de Francia, aseguró que las entradas que buscaban los bandidos hubieran sido difíciles de vender, porque se trata de invitaciones destinadas a voluntarios y personas con discapacidad, cuya localización en el campo es conocida por los organizadores.

En el otro mercado, el de los de guante blanco , el del anonimato que ofrece internet, los precios también escalan hasta cotas vertiginosas.