A los entrenadores les encantan los jugadores así. "Es inteligente y ordenado tácticamente", dice Ismael Díaz de Nicolás González Bettolini, nacido en Montevideo (Uruguay) en la Nochebuena de 1978. Nico es el inesperado héroe del Cacereño con sus dos goles al Ceuta del viernes que supusieron la primera victoria del equipo en Segunda B.

A pesar de la etiqueta de trotón disciplinado, no hay que esperar de él un defensor del antifútbol ni de los malos modos que caracterizan a compatriotas como Darío Silva. "Prefiero tirar un caño que dar una patada", afirmaba ayer Nico, aún algo perplejo de su acierto goleador ante los ceutíes. "Que la gente no espere que en cada partido meta dos goles", bromeaba. Su físico es engañoso: parece tener más de 24 años.

RENOVACION INESPERADA

Su trayectoria va un poco pareja a su carácter, más bien tímido, dicen sus compañeros de vestuario. Y es que lleva más de un año ya en Cáceres, adonde llegó a prueba por mediación de su amigo Alejandro Traversa, ahora lateral del Badajoz. Juanma Generelo confió en él y, aunque no dispuso de demasiados minutos durante la temporada, se le ofreció renovar. A Ismael Díaz le gustó su rotunda versatilidad --incluso le ha alineado de delantero centro, siendo más bien un hombre de banda izquierda del centro del campo--, manejo de las dos piernas y una fiera competitividad. "A mí también me sorprendió un poco continuar, pero acepté. Lo que quiero es vivir del fútbol", explica.

Lo suyo fue una aventura, aunque su pasaporte italiano --su madre es del país transalpino y por parte de padre tiene familiares en Hermani-- facilitó su fichaje. Antes había sido jugador de Primera en Uruguay con el Defensor Sporting y el Deportivo Maldonado.

Su ídolo es, como el de todos los uruguayos, Enzo Francescoli, el mítico excentrocampista de River Plate que transmitía talento en cada acción. "De los actuales, sin duda Zidane", añade, feliz en Cáceres. "Es una ciudad tranquila", remarca.